Internacional
GUERRA DE IRAK

La guerra en Irak no da descanso a los sastres

Lo único que tienen prohibido es la venta de armas porque el gobierno iraquí tiene el monopolio

Las mayores dificultades a las que se enfrentan las diferentes unidades del ejército son las de retomar la ciudad antigua

Soldados iraquíes cerca del aeropuerto de Mosul.GETTY IMAGES

Erbil (Irak)

En el hueco de un edificio semiconstruido, las máquinas de coser nunca dejan de sonar en alguna de las dos docenas de tiendas.

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Hombres toman medidas para hacer chaquetas, añaden botones a los pantalones o dan los últimos retoques a las fundas que servirán para proteger fusiles de cañón corto.

En estas tiendas, los colores de las telas se reducen sólo a aquellos utilizados por los militares.

Ya sean milicianos a títulos individual, o el ministerio de defensa del gobierno kurdo, los clientes buscan aquellos accesorios que necesita un soldado para ir al combate.

“Algunos policías vienen a título individual una vez su chaqueta está desgastada, ya que el gobierno tan sólo les da una por año y se desgasta durante los combates. O el mismo gobierno nos pide un pack para miles de soldados. Es un gran mercado”, explica Ahmad, un comerciante con varias tiendas a su disposición que prefiere ocultar su verdader nombre.

Si bien lo único que tienen prohibido es la venta de armas porque el gobierno tiene el monopolio, Ahmad asegura que “hay mercadillos en la que los combatientes pueden comprar” su propio rifle de asalto, la mayoría hechos en Europa del Este.

Y es que con la ofensiva lanzada contra el Estado islámico el pasado octubre en Mosul, a apenas 80 kilómetros, el negocio que rodea la guerra aumentó.

Al inicio de la ofensiva de Mosul vendíamos mucho porque se acercaban representantes de las fuerzas armadas iraquíes para comprar material.

En los primeros compases de la ofensiva, las fuerzas iraquíes avanzaron con relativa rapidez para recapturar los barrios orientales de Mosul, aquellos que se encuentran al este del río Tigris, en apenas tres meses.

Y en febrero comenzaron las operaciones para tomar el resto de la ciudad, la mitad este. Pero los progresos desde entonces han sido muy lentos.

Las mayores dificultades a las que se enfrentan las diferentes unidades del ejército iraquí son las de retomar la ciudad antigua: son calles estrechas por las que no pasan vehículos, y los tejados están infestados de francotiradores.

El origen de estas dificultades se encuentra en el conflicto de intereses entre las potencias involucradas en el conflicto y las diferentes decisiones estratégicas.

Al principio de la ofensiva, en octubre, las fuerzas iraquíes rodearon la ciudad en forma de herradura. Dejaron una pequeña escapatoria en el oeste de la ciudad que permitiese a los milicianos del Estado Islámico escapar. Una táctica que ya se había utilizado con anterioridad y que permitiría retomar la ciudad con mayor facilidad.

Pero Irán, con creciente influencia en Irak y que cuenta con destacamentos militares en el país para asesorar tanto al ejército como liderar a las milicias paramilitares, presionó para no dejar escapatoria.

Los estrategas iraníes no querían que los milicianos pudiesen escapar hacia Siria, reforzando al Estado Islámico en ese país en detrimento de las fuerzas que apoyan al gobierno de Bashar al-Assad, también aliado de Teherán.

La gran recesión

Un vistazo a los escaparates deja entrever la complejidad de la ofensiva contra ISIS: se ven parches destinados a los Peshmerga kurdos, a las diferentes unidades del ejército y la policía iraquí, perodf también aquellos que sirven para identificar a las milicias paramilitares chiíes que se han integrado en las Fuerzas de Mobilización Popular.

Pero en los últimos meses, las ventas se han ralentizado.

“Ahora el negocio va muy lento, vendemos apenas una décima parte que en las mejores épocas”, continúa Ahmad, “el gobierno apenas puede pagar los salarios y los soldados no tienen dinero para comprar”.

La desconfianza debido a la violencia de ISIS, los conflictos con Bagdad por su creciente autogobierno y la caída del precio del petróleo han provocado que la región autónoma kurda esté sufriendo la mayor recesión económica de su historia reciente.

 
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