Ocio y cultura

Diario de un mirón en las cárceles sirias

'El caparazón', una novela que sirve como guía para entender la brutalidad del régimen sirio contra su pueblo

EL CAPARAZÓN, UNA MIRADA NOVELÍSTICA A LAS CÁRCELES DE SIRIA

EL CAPARAZÓN, UNA MIRADA NOVELÍSTICA A LAS CÁRCELES DE SIRIA

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Madrid

En apenas unas pocas horas -las que van desde que se sube a un avión en París, hasta su detención en el aeropuerto de Damasco y su encierro en uno de los edificios del mujabarat (la policía secreta)-, Mustafa Khalifa pasó de ser un ciudadano, acostumbrado a una vida cómoda, a un despojo con el cuerpo destrozado por la primera sesión de torturas.

Ediciones del Oriente y del Mediterráneo

Desde ese día en que aterrizó en la capital siria, hasta que volvió a ser algo parecido a 'libre', Khalifa pasó trece años, trece meses y trece días en centros de detención del régimen de Hafez al Assad (el padre del actual dictador sirio). La mayor parte estuvo en la cárcel militar de Tadmor (la ciudad siria que surgió junto a las ruinas de la histórica Palmira), en la que miles de presos penaron por su oposición -o sospecha de oposicion-, y sucumbieron bajo la tortura, la enfermedad o el hambre.

El caparazon es el diario de ese encierro. Pero es mucho más que eso. Como explica el profesor Ignacio Gutiérrez de Terán, cotraductor junto a Naomí Ramírez de la novela, "es más que un diario de cárcel, porque tiene una indudable intención literaria", que para Gutiérrez de Terán la convierte en una de las mejores obras de la literatura árabe del siglo XXI. 

Khalifa, que se presenta a si mismo como alguien poco interesado en política, pero en todo caso próximo a las ideas del comunismo, se ve encerrado -por un error que va descubriendo a lo largo de la novela- junto a miembros de los 'hermanos musulmanes', cuya rama siria fue exterminada por al Assad. Como cristiano, como ateo, se ve marginado -y amenazado físicamente- por buena parte de sus compañeros de celda. Y construye un caparazón que le protege de todo lo malo que sucede a su alrededor. Un caparazón con un pequeño agujero por el que ve el mundo, con la mirada de director de cine -que es lo que realmente es Khalifa-. "Comencé a escribir este diario cuando percibí que mi memoria estaba adiestrada ya para funcionar como una cinta de vídeo -escribe en el prólogo a la primera edición en castellano-. Habiendo grabado todo cuanto vi y parte de lo que escuché, sólo faltaba vaciar “parte” del contenido de la grabación". 

La obra de Khalifa añade a ese valor literario el de su valor documental. Aunque Khalifa la escribió en 2008, sobre la base de un encarcelamiento entre 1982 y 1994, es una especie de 'guía de lectura' para entender la Siria de 2017. Cuando el autor sale de la cárcel, decide mantener ese 'caparazón' cuando ve que la sociedad siria parece vivir al margen de la brutalidad que se ejerce en las cárceles y los centros secretos de detención. Pero en 2011 descubre que ni mucho menos esa sociedad vivía al margen: "estalló como una olla a presión"

El levantamiento popular y la guerra civil ha impulsado una gran creación, que intentan recoger -con mayor o menor acierto literario- la violencia política que sufren los sirios. "La literatura sobre lo que está sucediendo en el país -dice Naomí Ramírez-, cuenta por una parte la evolución del despertar popular y la represión, y cómo esta va haciendo cambiar a la gente; pero también escenas muy humanas, muy diarias, y visiones muy claras del sufrimiento de esas personas".  

Con la excepción del poeta Adonis y del superventas Rafik Schami (El lado oscuro del amor), en general ha llegado muy poca producción de autores sirios a España. Eso ha cambiado algo gracias a la revolución, con obras 'de guerra' como La Frontera: Memoria de mi destrozada Siria, de la periodista exiliada en Francia Samar Yazbek. O para ámbitos más reducidos el Diario del Asedio a Duma 2013, de Samira Khalil, editado también por Ediciones del Oriente y del Mediterráneo

Pero Gutiérrez de Terán apunta a una amplia producción desde hace décadas, con especial interés en el teatro y la narrativa social "con un toque surrealista, muy imaginativo, con un autor como Zakariyya Tamer; que debería ser traducida, no sólo por conocer la sociedad siria, sino por disfrutar de una literatura que tiene una gran calidad". 

 
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