Internacional
REPORTAJE | LA CRISIS DE LOS REFUGIADOS

Una tumba llamada Mediterráneo

A bordo del Golfo Azzurro enfrente de la costa libia

Puesto de mando del Golfo Azzurro / GERVASIO SÁNCHEZ

Libia

Los voluntarios del Golfo Azzurro ya están preparados para su misión. Hace horas que el barco ha llegado enfrente de la costa libia después de una larga travesía de unas treinta horas de viaje a una media de siete nudos (1.852 metros por nudo) de velocidad. La espera puede ser larga porque el mal tiempo impide la salida de las barcazas desde las playas libias.

Miles de refugiados están hacinados y preparados para ser lanzados al mar a tumba abierta en playas como la de Sabratah en Libia. Los traficantes sin escrúpulos ya les han sacado todo el dinero que tenían y les cuesta más caro seguir alimentándolos en tierra.

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Desde hace una semana no hay rescates por mal tiempo. El último rescate masivo se produjo hace unos diez días. Las buenas condiciones climáticas y marítimas favorecieron el incremento de las travesías desde el norte de Libia.

Unos 3.000 refugiados se lanzaron al mar al mismo tiempo en unas doce lanchas neumáticas y pequeñas barcazas de madera. Los barcos de rescate consiguieron trasladar a unos 2.300 a tierras italianas en plena cumbre del G7 que se estaba celebrando en Taormina (Sicilia).

Otros 600 refugiados fueron reconducidos a Libia por guardacostas libios. Una de las embarcaciones de madera con 470 refugiados tenía el motor averiado y otra 120 subsaharianos iban a la deriva en una lancha sin motor porque había sido robado por hombres armados.

El jefe de la misión del Golfo Azzurro ordena a sus voluntarios equiparse y prepararse para abordar las dos lanchas rápidas. Minutos después los patrones dirigen las lanchas hasta puntos elegidos al azar. En los simulacros hay que asegurar que los equipos de navegación y transmisión funcionen perfectamente.

Desde el puente de mando se mantiene el contacto radiofónico con las dos lanchas. "Teresa, Teresa, estar atentos y no entréis en aguas jurisdiccionales libias", les recuerda el jefe de la misión mientras confirma las coordenadas y se asegura que son las mismas que refleja el radar del Golfo Azzurro.

Unos minutos después uno de los voluntarios se lanza al mar y es rescatado en apenas un minuto por una de las lanchas rápidas. Después de evaluar la práctica los voluntarios se ponen sus bañadores y nadan alrededor del barco durante media hora antes de comer.

En las dos últimas semanas ha habido algunos incidentes preocupantes en la zona. Un barco de la guardia costera libia se acercó a uno de los botes de goma cargado de refugiados y dos de sus integrantes armados subieron y obligaron a los pasajeros a entregar el dinero, los teléfonos móviles y otras pertenencias de valor.

Según testigos presenciales de 'Médicos sin Fronteras', unos sesenta refugiados se lanzaron al mar con los chalecos salvavidas que ya habían recibido de uno de los barcos de rescate mientras los guardias costas libios les robaban y disparaban al aíre.

La organización humanitaria denunció el grave incidente y pidió a las autoridades italianas y europeas que dejasen de apoyar a la guardia costera libia porque su presencia en la zona de rescate ponía aún más en peligro la vida de los refugiados.

En lo que va de 2017 el número de rescatados en aguas del Mediterráneo se acerca a las 50.000 personas, un 40% más que en el mismo periodo de 2016, según estimaciones del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados.

Las cifras oficiales hablan de más de 1.520 muertos, entre ellos doscientos niños de corta edad, desde inicios de 2017 aunque el número real podría ser mucho mayor. El año pasado finalizó con 5.000 ahogados y el 2015 con 3.700. La tumba del Mediterráneo está desbordada con más de 10.000 muertos en dos años y medio mientras los traficantes han consolidado un mercado que les supone 4.000 millones de euros al año en beneficios.

 
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