Premios Max: Mujeres, memoria, danza y un ministro con problemas de agenda

Valencia

Los Premios Max de la Artes Escénicas han cumplido 20 años y lo han celebrado con una fiesta en el Palau de les Arts de Valencia, con una gala dirigida por Joan Font y conducida por Ana Morgade, que abría la celebración citando a Federico García Lorca, recordando que el poeta granadino nació un 5 de junio. Una gala que no ha interesado al máximo responsable de Cultura, el ministro Íñigo Méndez de Vigo o al secretario de Estado, Fernando Benzo. Ninguno ha asistido -problemas de agenda, justificaban desde su ministerio- a la gala de celebración de los 20 años de estos galardones que premian el teatro y la danza. En el patio de butacas, el presidente de la Generalitat, Ximo Puig; el alcalde de Valencia, Joan Ribò, además de Íñigo Errejón o Toni Cantó.

“Preferiría que saliera la banda a tocar y yo os hablara con el cuerpo”, decía la bailarina Rocío Molina al recoger el Premio Max a Mejor Intérprete Femenina de Danza por su espectáculo ‘Caída del cielo’. Un trabajo que la malagueña creó tras visitar una cárcel de mujeres en Francia, después de escuchar a unas de ellas contestar que sacaba las fuerzas para vivir en libertad de los ovarios. No es la única mujer que hablaba de mujeres en el escenario del Palau en está vigésima edición de los Max.

La actriz Ana Morgade, conductora de la gala, comenzaba sus palabras explicando que la gala estaría dedicada a la autoría, fundamentalmente la femenina, por las dificultades a las que se enfrentan las mujeres a la hora abordar su trabajo como creadoras.

“La situación de los autores en este país es difícil e injusta, pero el hecho de ser mujer lo complica aún más”, señalaba en su discurso Inés París, la primera mujer en presidir la Fundación SGAE, institución que otorga los premios. “Se equivocan los que creen que el paso del tiempo por sí solo va a mejorar esta situación, la ausencia de mujeres en los puestos decisivos de la creación y la cultura es injusta y es una pérdida de talento y capital humano que altera los contenidos: ay de quien crea que vamos a acabar con la lacra de la violencia contra las mujeres si antes no cambiamos lo que vemos en el cine, la televisión y nuestro teatro”, añadía la guionista y directora de cine.

O Carme Portacelli, que recogía el Max a la Mejor Dirección de Escena por el espectáculo “Només son dones” y dedicaba el premio a “tantas y tantas mujeres que lucharon por la democracia en este país, mujeres que han sido olvidadas y sometidas a la invisibilidad y no sólo antes, durante los tiempos oscuros en los que se les negó el espacio público, sino hoy, en los tiempos de luz, en los que se las sigue ignorando en los libros de texto”.

Una gala en la que los premiados recibían las manzanas de Joan Brossa dentro de un número musical, un estudio de danza o un número de varietés… y en la que también se escuchaban palabras dedicadas a quienes no estaban en el patio de butacas: “sin una cultura equipada para cruzar ríos, nuestra sociedad tendrá que usar puentes de otros”, señalaba Fernando Sánchez Cabezudo, al recoger el Max a la Mejor Producción.

“Hace 80 años se bombardeó Guernica y se masacró un país entero, no me pienso acordar de sus responsables, espero que alguna vez ellos se atrevan a reconocerlo y se acuerden de ello. Por el Guernica de hace 80 años y por los Guernica que hoy suceden todos los días”, palabras de Jon Maya, director de Kukai Dantza, que se llevaban a Errentería tres premios Max, entre ellos el de Mejor Espectáculo de Danza. Eneko Gil, miembro de la compañía, pedía además, el fin del “boicot” a las actrices vascas Itziar Italo y Aitziber Garmendia.

“Viva el público y viva la comedia”, decía Nuria Mencía, al recoger el Max a la Mejor Actriz Protagonista por su papel de Nagore en “La Respiración”, de Alfredo Sanzol, galardonado como mejor autor. El dramaturgo señalaba, al recoger su premio: "nacer hombre o mujer no es tan importante, sino ser una persona lo más plena y empática posible con el resto de los seres humanos".