Sociedad
Turismo masivo

Así afecta el turismo a los entornos naturales

La masificación turística es cada vez mayor en lugares naturales

La Playa de las Catedrales en Ribadeo (Lugo). / Raquel Maria Carbonell Pagola Getty Images

Madrid

La masificación turística es una realidad que cada año es más palpable. Este hecho ha provocado la denominada turismofobia, congestión en los lugares y, en definitiva, una experiencia agridulce tanto para el turista como para los residentes.

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La Organización Mundial del Turismo (OMT), dio por finalizado el año Internacional del Turismo Sostenible hace una semana. Su informe se centra sobre todo en ciudades masificadas que empobrecen la calidad del turismo. Pero el problema no solo está en las ciudades sino también en los entornos naturales.

En datos recogidos por Europa Press, entre 2009 y 2016, el turismo de naturaleza en España ha incrementado un 32% y las visitas a Parques Nacionales se han elevado hasta un 34%. Este fenómeno puede ser contraproducente tanto para la biodiversidad como para el medioambiente.

Consecuencias directas de esta masificación

Los espacios naturales son aquellos sitios que por su belleza se decide explotarlos para que la gente pueda admirarlos y así ampliar la oferta cultural y turística de las zonas. Pilar Marcos, bióloga y experta en biodiversidad en Greenpeace, comenta en este sentido que “en el momento en el que un espacio natural con interés medioambiental se pone de moda” se empiezan a construir “vías de acceso, parkings, pasarelas…” y se modifica una zona antes virgen, sin la intervención del ser humano.

Como el fin es el uso turístico en una zona que no está adaptada para las personas, hay que dotar al sitio de infraestructuras para su uso. “Lo que pasa con todo esto es que ejerces una presión sobre el medio natural muy grande. Tienes personas que generan residuos y ruido”, todo esto teniendo en cuenta elementos artificiales como “los contenedores de playa o la instalación de chiringuitos para tomar el piscolabis” comenta la experta.

Un ejemplo que a Pilar Marcos le parece paradigmático es el de la Playa de las Catedrales, situado en Ribadeo (Lugo). Es un sitio donde no había nada y “por su belleza natural va accediendo la gente de forma histórica”. Otro de los que salen perjudicados en la práctica de este tipo de turismo son los animales. “En Madrid se puso muy de moda la escalada en Patones, donde anidaba una especie de pájaro” y debido a la popularización de este deporte “este pájaro acabó desapareciendo del espacio natural protegido”.

Soluciones que no terminan de convencer

Es cierto que en los últimos años se ha hecho eco de esta masificación y es un problema al que le habíamos dado la espalda. Con el propósito de mitificar el daño que puede provocar esto, se han creado congresos, eventos e informes para intentar concienciar a la población. Y no solo eso, muchos lugares naturales intentan regular y limitar el acceso para que no se ejerza esa presión de la que Pilar hablaba.

Un ejemplo es el del Congreso Nacional de Parques Nacionales celebrado el pasado noviembre en Tenerife. La secretaria de Estado de Turismo, Matilde Asián, señaló que “la Secretaría de Estado de Turismo pretende, con su participación, fomentar la sensibilización, tanto en el ámbito de las políticas públicas como en el de las prácticas de las empresas y en el comportamiento de los consumidores. Se trata de que estos actores conformen un sector turístico sostenible y responsable con su entorno”.

En esta línea, Pilar Marcos, asegura que “es siempre una ventaja poner en valor los espacios naturales frente a las zonas urbanizadas” y que se puede garantizar un desarrollo sostenible pero siempre “depende de la gestión autonómica y local” de cada sitio, una gestión que puede torcerse. Un ejemplo de ello es el Parque Natural de Cabo de Gata. “Era la última zona virgen en este extremo andaluz y de repente, por esa mala gestión, la Junta de Andalucía da un giro de 180 al tipo de turismo que se podría desarrollar en el Cabo de Gata (de pequeño alojamiento) y se decide construir un hotel de más de 400 habitaciones” resalta Marcos.

Islas Cíes (Pontevedra). / Cristina Arias

En algunos entornos lo que se intenta hacer es poner ciertos límites para no dañar el espacio natural y no presionarlo hasta acabar con él. En las islas Cíes, la actividad de fondeo se intenta regular a través de un plan de uso y gestión del espacio protegido. “Si tú quieres ir a fondear con tu barco o ir a pasar el día en la playa o pernoctar en el camping tienes que pedir una serie de permisos”. Aun así, “se está viendo, cada año que pasa en las Cíes, que al final la autoridad ambiental acaba dando más permisos de lo debido”.

Por lo que, las medidas existen y son posibles, el problema es que no queremos o no interesa. Pero lo que Pilar Marcos tiene claro es que “la culpa de que no se haga es de los gestores que tienen que tomar las medidas adecuadas y luego el respeto que tiene que tener cada uno al medioambiente”.

 
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