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Prisiones

España está entre los países de Europa con penas de cárcel más largas

Introducir condenas más largas puede generar un problema de superpoblamiento en nuestras prisiones según un informe del Consejo de Europa

Imagen de centro penitenciario en España / Antonio Garcia Recena Getty Images

Cualquiera que haya vivido el debate social de los últimos días sobre las penas de prisión en España podría pensar que este país tiene un sistema especialmente laxo condenando delitos. Sin embargo el informe anual del Consejo de Europa de ‘Estadísticas Penitenciarias’ muestra más bien lo contrario: la media de tiempo que los presos españoles pasan en la cárcel está entre las mayores del continente. Más del 22% están sirviendo condenas de más de 10 años, mientras que el promedio es del 15%. De hecho en los países de nuestro entorno sólo Italia nos supera.

Por primera vez en varios años, la población penitenciaria a nivel continental (el Consejo de Europa abarca a los 50 países del continente) ha aumentado, tras años de descenso. Sin embargo España ha mantenido una notable tendencia a la baja, que ha llevado a que en una década se haya pasado de cárceles desbordadas a casi un preso por celda (1.1 es la media estadística), con una reducción del 8.9%.

La trampa de las medidas alternativas

Desde hace décadas los sistemas judiciales europeos han impulsado medidas alternativas a las penas de prisión, con el objetivo de reducir la superpoblación carcelaria y evitar una restricción de libertad que más que ayudar a la reinserción en muchas ocasiones la destruye. Pero el número tan alto de personas cumpliendo en este momento penas alternativas es motivo de preocupación para los expertos del Consejo de Europa. "En España hay 60.000 personas en prisión y 65.000 bajo penas alternativas -explica Marcelo Aebi-. Es decir hay más personas bajo control directo del estado fuera de prisión que dentro".  Y esto es indicio de que más que como penas alternativas, se han convertido en penas suplementarias, explica este profesor universitario. Es decir han dejado de ser una manera de evitar que gente que podría ir a la cárcel vaya, para ser una manera de castigo para delitos menores que en ningún caso conllevarían penas de cárcel. "Tenemos que tener cuidado con que esto no haga que nuestra sociedades sean mucho más punitivas" según Aebi, ayudados por la facilidad que da la tecnología para controlar a los individuos. "No digo que estemos en un 1984 de Orwell, pero vamos hacia un modelo de control constante". 

Pero la aplicación de penas más duras cambiaría inevitablemente esta tendencia. “Las penas actualmente en España son ya relativamente duras -dice a La SER el autor del informe Marcelo Aebi-, así que parece contradictorio querer aumentarlas más”. Y hacerlo va a tener inevitablemente una consecuencia muy negativa: aumentar la población carcelaria, que está ya entre las más altas del continente. “Es inevitable, añade Aebi, porque la población penitenciaria está muy influida por quienes están mucho tiempo en prisión”.

Y masificar las prisiones tiene otro efecto perverso, que es el de hacer más difícil la reinserción. “La cárcel no sirve para neutralizar personas, para quitarlas de la sociedad, sino para reinsertarlas, se queja Aebi, y a medida que se masifican es más difícil encargarse de los internos, ofrecerles posibilidades de trabajo para el futuro… si no hacemos un buen trabajo de reinserción eso tendrá consecuencias muy negativas más adelante”.

Prisión permanente revisable

Desde hace años Marcelo Aebi, profesor de Criminología en la Universidad de Lausanne, estudia para el Consejo de Europa el sistema penal y penitenciario español. Así que aunque quede fuera del ámbito de este informe, comenta el debate social sobre la prisión permanente revisable. “Es un debate político y no científico, y eso dificulta, dice a La SER, tratar el tema con claridad”.

Considera que muy pocos casos lo justifican, y siempre con un control muy riguroso. Sólo en casos en que la vuelta a la sociedad de una persona sea peligrosa se puede plantear esa posibilidad, y “la pregunta es cómo se hace eso”.

 “Si tienes a tres científicos, y eso incluye a tres criminólogos, cada uno tendrá una opinión diferente”, así que la decisión de quién es peligroso tiene que tomarla un colegio de psiquiatras, con todas las garantías, en muy pocos casos y con una idea clara: “es muy ingenuo pensar que este tipo de penas tienen un efecto preventivo; Creer que va a haber un razonamiento de que ahora la pena es más dura así que no lo voy a hacer es ingenuo”.

 
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