¿Conviene que los niños estudien gastronomía en el colegio?

Madrid

"Los niños piensan que la leche se fabrica en un tetrabrik —no que viene de una vaca— y que los huevos aparecen en la estantería del supermercado", apunta Xanty Elías, chef del restaurante Acánthum de Huelva e impulsor de un proyecto piloto que este curso ha llevado a más de 2.200 niños de segundo de primaria de 50 colegios de Huelva a recibir clases de Cultura gastronómica.

"Al pensar en tomate frito, los chicos de ahora piensan en cómo sabe el de una marca en concreto", explica Elías. "Después de la crisis han crecido mucho las franquicias y nos hemos dado cuenta de que hay todo un legado gastronómico que se está empezando a olvidar".

El cocinero británico Jamie Oliver ya le mandó en 2015 una carta a todos los gobiernos del G20 pidiendo "educación alimentaria obligatoria en los colegios de todo el mundo". Una campaña que contó con el apoyo de músicos como Paul McCartney o Ed Sheeran y a la que se sumaron cocineros españoles como Andoni Luis Aduriz, Rodrigo de la Calle o Begoña Rodrigo.

Pero hay muchos más ejemplos porque la inclusión de contenidos relacionados con la alimentación y la cocina es una vieja aspirción del sector. Una tendencia que, hasta ahora, se había notado en el creciente interés por los comedores de los colegios e incluso en la proliferación de huertos escolares. El proyecto impulsado por Xanty Elías y la Fundación Prenauta, en el que también colabora la asociación de cocineros Eurotoques, supone dar un paso más.

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Según detalla Cinta Jiménez, que es maestra del CEIP Moreno y Chacón de Ayamonte (Huelva) y también miembro de la Fundación Prenauta, a las clases de Cultura gastronómica se les está dedicando al menos una hora al mes, siempre dentro del horario lectivo, con contenidos basados en un libro de texto editado por Anaya que propone todo tipo de actividades inspiradas en el gazpacho.

"El objetivo no es solo enseñar cocina sino convertir la gastronomía en un vehículo", señala Xanty Elías. "Ahí se utiliza el concepto de inteligencia múltiple: aprender matemáticas con las proporciones del gazpacho, biología con los diferentes ingredientes, historia con descubrimiento de América y la llegada del tomate a Europa, química a través de cómo actúa la levadura del pan".

Jiménez explica que el temario incluye aspectos relacionados con hábitos saludables o la prevención de accidentes a la hora de cocinar. Pero la asignatura también sirve para transmitir valores como la igualdad porque "niños y niñas cocinan juntos". Un hecho aparentemente inofensivo pero que, por sí mismo, altera el tradicional reparto de roles en los hogares españoles.

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Como material de apoyo, además, los maestros onubenses cuentan también con El chef de la alegría, un libro escrito por Xanty Elías y Cinta Jiménez que "cuenta la historia de un chef al que le roban la alegría y la recupera a base de recetas" saludables SER —tortilla de patata o arroz de pollo y tomillo— escritas en verso.

El objetivo de la iniciativa es que este proyecto piloto se amplíe a Andalucía y, posteriormente, al resto de España, llegando a 5 millones de niños. "No hay ningún país que esté haciendo algo aparecido", señala Elías. "Es una oporunidad única para situarse en primera línea de batalla".

La investigadora Rosa Tovar, el gastrónomo Jorge Guitián y la cocinera Maria Solivella coinciden en señalar que reforzar la cultura gastronómica en las escuelas ayudaría a prevenir el sobrepeso y la obesidad infantil, a valorar y preservar nuestro patrimonio gastronómico, y también a ser consumidores más críticos y mejor informados. Otras voces, como la de José Berasaluce, autor de El engaño de la gastronomía española, abogan sobre todo por no descuidar la transmisión de los valores asociados a la comida en el ámbito familiar. El debate está servido.