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Huawei intenta remontar el vuelo frente a Trump

La compañía china fía su futuro al aumento de ventas en el mercado chino y los contratos con más de 50 países para la infraestructura de la red 5G

Cuarteles generales de Huawei en Shenzhen / José Luis García Íñiguez

Shenzhen

En el área de la Gran Bahía de China, en el Delta del río de las Perlas, viven alrededor de 50 millones de personas y un cisne negro intenta remontar el vuelo. Es en esta zona del sur de China donde nació y continúa hoy Huawei, la empresa que ha pasado de disputar el trono a Samsung y Apple a ser el objetivo de Donald Trump.

Desde el veto estadounidense el pasado 15 de mayo, Huawei intenta recuperarse y enviar el mensaje al mundo de que es una empresa privada, que no facilita de ninguna manera datos al Gobierno de Pekín. La compañía fundada por Ren Zhengfei ha apostado en los últimos meses por abrir sus puertas al mundo, por invitar a delegaciones de especialistas y periodistas extranjeros a su sede. Ha apostado por intentar ganarse la confianza del resto, frente a los recelos de la Casa Blanca.

El cisne negro es el animal fetiche de Zhengfei. Los hay en un lago en el corazón de la sede de Huawei en Shenzhen, en Cantón, al norte de Hong Kong. Un área que se ha convertido algo así como en el Silicon Valley chino. Las cámaras de seguridad de la ciudad son inteligentes, pero advierten al visitante de que el Gobierno no pretende espiar a nadie, sino que mediante técnicas como el reconocimiento facial es más fácil localizar a un niño que se ha perdido o a un criminal que ha huido. Los taxis, por ejemplo, son eléctricos, y aseguran que han conseguido reducir la polución. Es aquí donde las empresas tecnológicas chinas aspiran a convertirse en unicornios, en casos de éxito. Como lo es Huawei después de 30 años.

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"Estamos en un momento clave, puede que el más importante de la historia de la empresa", advierten desde Huawei. Al mismo tiempo intentan transmitir optimismo cuando dicen que confían en su capacidad para adaptarse a las nuevas situaciones porque va en el ADN de la empresa. O cuando recuerdan que tienen medio centenar de contratos firmados con diferentes países -28 de ellos de la Unión Europea- para desarrollar la infraestructura de la red 5G. Es aquí por donde pasa su futuro: el 5G está al caer y en eso Huawei ha tomado la delantera: ha invertido más en esta tecnología que Nokia y Ericsson juntas.

Pero Huawei muestra orgullosa al visitante su planta de ensamblado de teléfonos móviles inteligentes. Está en Dongguan, al norte de Shenzhen. Allí enseñan los 104 pasos necesarios (la cadena no para, 24 horas al día, 7 días a la semana) para tener un teléfono empaquetado. Insisten, durante la visita, en recordar que muchos de los componentes no son chinos y que parte de la maquinaria y de las patentes no lo son. "No solo la manera china de hacer las cosas, sino la mejor manera de hacer las cosas", resumen desde la compañía.

De ahí la inspiración de su impresionante campus, preparado para albergar a 25.000 trabajadores, el 75% ingenieros. No hay nada similar en Europa, aunque está absolutamente inspirado en Europa. Cuenta con reproducciones de La Alhambra, París, Verona, Oxford o el alemán castillo de Heidelberg. 200 hectáreas con las que Ren Zhengfei busca, según explican desde la empresa de telecomunicaciones, inspirar a sus empleados con los mejores momentos de la historia de la Humanidad.

Campus europeo de Huawei en Dongguan / José Luis García Íñiguez

Desde esa conexión con el viejo continente, Huawei intenta desmarcarse del Gobierno chino y su conflicto comercial con Estados Unidos. "No formamos parte de esa batalla", explica Joe Kelly, portavoz oficial de la empresa. Huawei intenta remontar el vuelo, con un ala herida por el bloqueo estadounidense, al tiempo que recuerda sus orígenes, en los que el Gobierno chino observaba con recelo el crecimiento de una empresa privada. En la cadena de montaje de la factoria de Dongguan hay un muro de los deseos, donde cada visitante puede dejar un post it con su mensaje. En uno de ellos hay escrito "REBELDES en Huawei". Su rebeldía consiste en la defensa a ultranza del libre mercado desde la comunista china y frente a Estados Unidos. Una paradoja a la altura de de encontrarse La Alhambra en pleno sur de China”

 
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