Ocio y cultura

Mujeres, gitanos, moriscos, los grandes olvidados por la historia oficial de España, que toman la voz

La historiadora Déborah García Sánchez-Marin indaga en 'España es esto y todo lo contrario' en la cara B de la historia de nuestro país a través de once fechas clave

Fotograma de Juana La loca, de Vicente Aranda / CEDIDA

Coinciden en el cine y las librerías varias películas y ensayos que buscan en la historia de España aquellos relatos no contados. Por un lado, el documental de Luis López Carrasco, El año del renacimiento, que mira al lado oscuro de la España de 1992, la que no estaba ni en la Expo ni en las Olimpiadas, sino sufriendo la recesión y el paro. Por otro lado, Palabras para un fin del mundo, de Manuel Menchón, que habla de cómo se manipuló la figura de Unamuno en el 36, año de su muerte, hasta hoy. Además del cine, también la literatura y el ensayo abordan esa historia no contada o desdibujada. Lo hace, a cara descubierta, la historiadora Déborah García Sánchez-Marín en España es esto y todo lo contrario, un ensayo publicado por la editorial Temas de Hoy.

En él revisa la historia de nuestro país desde el punto de vista de las mujeres, los gitanos y las minorías marginadas durante siglos y siglos. El libro se centra en once fechas, once mitos de la historia de España. Los Reyes católicos como garantes de la unidad de España, a donde mira la derecha en las tertulias y demás, la Guerra de la Independencia como unión frente a lo extranjero y revitalización del patriotismo, la Guerra Civil como una guerra entre bandos y no entre clases... 

Está también la escabechina que hicimos en el Sáhara, cuyas consecuencias el pueblo saharaui sigue viviendo hoy, como vemos en los titulares. O lo que sufrió el pueblo gitano, a quien nos ha costado y nos cuesta reconocerlo como parte de España, o la expulsión de los moriscos, por considerar que español es solo aquello que sea católico. Todo desde la mirada de aquellos que no salen en los libros de historia. 

El título es maravilloso y ya toda una declaración de intenciones, España es esto y todo lo contrario... ¿Qué es España y qué no es?

El título lo dice todo. Lo que he intentado es coger el relato más mainstream de España, con las fechas clave, y a partir de ahí contar el relato que no se cuenta, que no tiene que ver con lo que se enseña, que forma parte de eso agujeros negros, que hace referencia a las minorías. Al final quién ha construido la historia son las personas privilegiadas y en su mayoría los hombres blancos heterosexuales. Quería contar la historia de las mujeres, de las mal llamadas minorías, de otros pueblos, como el pueblo gitano, y abrir una serie de cuestiones que siguen abiertas y que no se han contado en los relatos. Yo creo que la historia puede ser más caleidoscopio y más rica.

Mencionas en el libro lo que hizo España con el Sáhara, te tengo que preguntar por ello, ya que justo vemos ahora, con ese fin del alto al fuego, que las consecuencias de aquello siguen vigentes, ¿Qué hemos hecho? ¿Qué deberíamos hacer?

Lo primero es que hay que reconocer la historia que compartimos con el pueblo saharaui. Es algo que no se enseña cuando estudiamos historia. Desconocemos cómo hemos abandonado al pueblo saharaui desde 1900 a finales de los 60, por unos intereses muy concretos. Que ese pueblo está en campos de refugiados, que es un pueblo con riqueza. Que fueron bombardeados con napalm, casi es nuestro Vietnam. Todo eso no se cuenta. Deberíamos escucharles y poner fin. Lo que ha pasado con el pueblo Saharaui es una constante en nuestra historia. Abandonamos a los pueblos a su suerte. La historia no ha acogido ni el sufrimiento, ni los cuidados como un relato; sino que ha cogido el relato de la guerra. Lo que hace el libro es buscar otros relatos históricos.

En eso de recuperar relatos, no solo anda el ensayo o la historia, también el cine. Justo esta semana están en cines dos películas que revisan dos épocas muy concretas y proponen otros relatos, como El año del descubrimiento, sobre los noventa, y Palabras sobre el fin del mundo, de Unamuno… ¿tenemos esa necesidad?

Creo que es casi generacional. Gente que hemos nacido en los ochentas y que cosas que nuestros padres dieron por buenas, como la transición, no nos está llegando. Ha primado un relato concreto y se han dejado muchas cosas de lado. Nos estamos preguntando todo el rato qué es España, qué nos pasa y quién ha controlado el relato delo que es España. Para mover el pensamiento es necesario que lleguen esas preguntas, que se recuperen otros relatos, en el cine, la historia o la literatura. Lo que cuenta Luis López Carrasco en El año del descubrimiento es esencial, porque es el relato de la gente que ha trabajado, que ha puesto sus manos y no el relato de las grandes élites.

Recorres once fechas clave en la historia de España para ver qué pasó con las mujeres y las minorías, ¿por qué la mujer se ha quedado fuera todo el rato como sujeto político?

Por lo que sabemos, no hemos tenido el poder efectivo. Hay mujeres que han estado en el poder como sujeto, pero no lo han tenido. Es el caso de Juana I, conocida como la loca. Una figura paradigmática. Sino es el cuerpo de Juana encerrado en Tordesillas como el paradigma de la historia de las mujeres en España, ya no sé qué que otro cuerpo puede ser. Es cierto que es una mujer ilustre y no tiene nada que ver con lo que vivía una mujer de clase baja. Al final, no hemos estado de manera real. Ha tenido que pasar mucho tiempo para lograr nuestra determinación.

Las mujeres encerradas o directamente olvidadas en las guerras, incluso en la guerra civil…

Cuando se cuenta la historia de las mujeres milicianas, no se oye a las mujeres milicianas. El otro día contaba cómo ellas mismas contaban a las historiadoras que habían sido acusadas, pero habían obviado eso por el contexto concreto y cogieron el fusil. Te están contando que les decían que eran las que llevaban las enfermedades a la retaguardia, que eran unas putas, que estaban allí solo para cocinar… Al final el relato, incluso en la izquierda, es el de gloria del ejército republicano. Y en otros casos igual, el relatores malvado francés, el malvado Napoleón, nada de las violaciones en esa guerra. No tenemos una historia que conecte cada fecha con lo que hicimos las mujeres. No teníamos poder efectivo, pero mira todos estos pasos que dimos. Formamos parte siempre de otros relatos. Todavía cuesta. Incluso hoy. Romper esos techos de cristal es algo continuo que se lleva haciendo desde hace mucho tiempo. Hemos estado, hemos figurado, pero no hemos tenido poder y nos han dejado un pasito para atrás.

¿Con Juana I hubiera sido diferente el futuro de España?

Hubiera sido diferente. Entra todo dentro de las elucubraciones, pero seguro que diferente hubiera sido. Para empezar, el mito nos dice que la primera reina de España es Isabel Católica, pero solo lo era de sus territorios. Es Juana quien hereda eso y también los de su padre, Aragón. La primera reina de facto es Juana I, pero nadie la reconoce. Todos vamos a los Reyes Católicos, sobre todo el Franquismo. El propio escudo de los Reyes Católicos es un amalgama de territorios, no un territorio único. Ella hubiera mantenido todo su legado para sí misma y hubiese sido una rama verdaderamente española. Y si hubiera tenido el poder de alinearse con los comuneros, el resultado hubiera sido muy distintos.

La expulsión de los moriscos es también una cosa espinosa, Joan Fuster ya hablaba de cómo perjudicó a zonas como Valencia, ¿Es difícil, con Vox y compañía, reivindicar ese legado o rechazar su expulsión?

No debería serlo. Tenemos esa herencia. Cómo se trabaja la tierra en España es gracias a ellos. Compartimos el espacio y la cultura durante siete siglos. Nos vanagloriamos de cosas que nos ha dejado esa cultura y las explotamos: la Alhambra, la Mezquita… Pero hay más, nuestra cocina, palabras… En Valencia fue una gran pérdida humana, el 30 por ciento de la población que trabajaba las tierras se fue. La España vaciada comienza entonces. Cómo va a costarnos reivindicar delante de quien sea y diga lo que diga, nuestra historia, la real. Tenemos que levantar la voz y decir esta es nuestra historia y ya. Somos ensalada mixta y eso debería enorgullecernos muchísimo. Al final la idea de España está vinculada al catolicismo y lo demás no es España. Pero España también era su tierra.

El gran descubrimiento dices que ha sido la historia del pueblo Gitano, al que ni siguiera hemos mirado y a quienes también expulsamos…

Totalmente. Casi 300 años tenemos 300 leyes que impiden a los gitanos desarrollar sus vidas sin posibilidad. Cuando hoy en día los niños y niñas gitanas vayan a los institutos tenemos que enseñarles qué les hemos hecho. Eso se tiene que reconocer en leyes, no puede ser que las mujeres gitanas vivan mayor desigualdad, que no se aborde el chabolismo, que no se aborden cuestiones que les apelan. Es de justicia reconocer que hemos impedido que las personas gitanas lleguen a lo mismo que los demás.

“Me he dado cuenta de que lo que importa de los mitos es que cumplan su función, no que sean verdad”, escribes en el libro, ¿qué mitos españoles han caído?

Uno de ellos es el de la Transición. Durante un tiempo se ha dado por bueno y ahora hay muchas personas, sobre todo de mi generación, que estamos intentado saber quiénes somos y cómo queremos relacionarnos. Hay cuestiones como la Monarquía, que ha sido uno de los mitos que mejor ha funcionado, que ya no funciona y está en sus horas más bajas. También el mito de la unidad territorial está tocado. Hay más, las minorías, cómo estamos viviendo la inclusión, la inmigración. España es un país que es grandioso porque tiene una cultura de la que vanagloriarse, pero durante mucho tiempo han sobrevivido mitos relacionados con la muerte y cuestiones que no hacen feliz a todo el mundo. Ha llegado el momento e reflexionar sobre qué es España y hacer unos relatos que apelen a todos y una historia que sea para todos.

Dices que en un futuro la historia se estudiará con el BOE y el Meme, ¿será más fidedigna así?

Una de las grandes cuestiones que hemos ganado con las redes sociales es el relato. Al final, cuando veamos cómo ha sido la pandemia, por ejemplo, la historia tendrá carne y hueso. Vernos los videos, las fotos y veremos cómo la gente ha vivido. Esa diferencia entre alta cultura y baja cultura que ya no existe desde hace tiempo nos dará color, nos dará profundidad. Veremos los testimonios. Veremos a los políticos hablar, pero también a la gente llana y contar cómo han vivido. Eso nos dará una historia más justa. En el futuro ya no será necesario sacar esos relatos ocultos a la luz, porque de alguna manera somos todos historiadores. Es bonito porque la historia cobra carne y color.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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