Sociedad
Día contra violencia género

Las mujeres se la juegan en otra pandemia: de la violencia psicológica a la institucional

Una mujer puede ser agredida o maltratada de diferentes maneras, aunque predomina la violencia psicológica con la manipulación y el chantaje emocional como hilo conductor

Una mujer, víctima de violencia de género. / Getty Images Getty Images

Madrid

La violencia de género es otra pandemia más a erradicar. Todavía no ha acabado el año y ya son 41 víctimas las que han sido asesinadas a manos de sus parejas. Aunque lo que acaba en feminicidio no suele comenzar por golpes y lamentos. Una contestación fuera de lugar, el sentido de la culpa o la manipulación son algunas de las manifestaciones de esa violencia que va in crescendo hasta el total descontrol. Se trata de una violencia estructural y enquistada en nuestra sociedad, que no entiende de clases, cultura o religión.

Este tipo de violencia se ejerce sistemáticamente menoscabando la dignidad y degradando la vida de las mujeres por el mero hecho de serlo. Una mujer puede ser agredida o maltratada de múltiples formas: desde la violencia en entornos de pareja o familia hasta la violencia económica, social e institucional. La violencia machista se nutre de muchas otras que anulan, omiten o aíslan la voluntad de las mujeres. El hilo conductor de todas ellas: la manipulación y el chantaje emocional.

"La mayoría de las mujeres que vienen a mi consulta tienen claro que un insulto, un empujón o una humillación no es respeto, pero a veces no son capaces de detectar la manipulación previa que va ligada a la violencia psicológica", explica la psicóloga especialista en violencia de género, Beatriz Durán. Y es que la violencia psicológica precede a otros tipos de violencia como la física o sexual.

Tipos de violencia

- Violencia física. Es la más visible y reconocida como violencia de género e implica todo acto que inflige un daño físico a la víctima mediante la agresión directa. Las principales manifestaciones de este tipo de violencia son los golpes, heridas, moratones y empujones que puedan derivarse de una discusión. Según la intensidad de los daños pueden conducir incluso a la muerte.

- Violencia sexual. Se da en el ámbito de las relaciones sexuales no consentidas en las situaciones donde la mujer es forzada o coaccionada para realizar actos sexuales en contra de su voluntad. Es muy común la presencia de violaciones dentro de la pareja, la prostitución obligada o forzar la concepción o el aborto, y también el acoso sexual o las mutilaciones genitales.

- Violencia psicológica. Es la más sutil en la que la víctima se ve humillada, infravalorada y atacada mediante insultos y vejaciones. La manipulación y el sentimiento de la culpa son los factores clave de este tipo de violencia. Así como el chantaje emocional con el fin de debilitar a la víctima, anularla, dejarla sin opinión para debilitarla y que acabe actuando como una sumisa.

- Violencia institucional. Es aquella que se ejerce desde el Estado incumpliendo las funciones o abusando de la autoridad de poder. En el caso de la violencia de género, se entiende como la desprotección de las víctimas, desestimación de protocolos y prácticas de atención a mujeres maltratadas. También incluye los mecanismos que garantizan la impunidad ante delitos cometidos por determinadas personas o los que favorecen comportamientos machistas.

La abogada especializada en materia de violencia de género, de Civitae, María Martín, asegura que la visibilidad de la violencia institucional "es mucho menor" y por ello, "goza de mayor impunidad". Habla del techo de cristal en la judicatura, la imposibilidad de acceder a puestos de alto nivel por el hecho de ser mujer. Asimismo, subraya que en la legislación española "no hay un reconocimiento expreso a la violencia institucional, por ejemplo, no existiendo sanciones ni control sobre la misma". "Tendemos a centrarnos en el agresor como pareja de la mujer que sufre estos actos violentos, pero no ponemos atención en quién permite que exista dicha violencia, es decir, el Estado", añade Martín.

- Violencia económica. Se deriva de la psicológica en cuanto al chantaje emocional y es la empleada por el hombre hacia la mujer cuando emplea el arma del dinero como control. Los casos más frecuentes se ven en la manutención de los hijos, el impago de las pensiones tras el divorcio, dependencia económica de la mujer al no trabajar en algunos de los casos.

Bárbara Sordi, abogada experta en género de Eurosocial, identifica la violencia económica "cuando el agresor impide que la mujer administre los ingresos del hogar de forma libre, o que pueda realizar una actividad remunerada fuera del hogar. En estos casos, la mujer no logra independencia económica para desarrollarse libremente".

Además, la abogada habla de violencia patrimonial, que se ejerce cuando "el hombre impide a la mujer disponer de manera libre de los bienes tanto comunes o personales, siendo la forma más típica quitarle el dinero que ha ganado producto de su trabajo, privarle del uso de bienes como diplomas, documentos, pasaporte, entre otros".

- Violencia social. Es el cómputo global de las anteriores cuando cuentan con el aval de los ciudadanos. Cuando se cuestiona a las víctimas de una violación o se culpa a la mujer de haber sido maltratada, la discriminación de trato por ser mujer o que se cuestione de manera más insistente el trabajo de una mujer que de un hombre.

¿Cómo trata la Justicia la violencia de género?

La violencia contra las mujeres supone un problema estructural de todas las sociedades y faltan recursos para combatirla. De hecho, todavía muchas mujeres no se atreven a denunciar situaciones en las que han sido víctimas por miedo a la estigmatización social, a la falta de amparo institucional, jurídico o desde el propio entorno familiar. Otras no tienen las herramientas para detectar que están siendo víctimas de violencia machista y no se sienten identificadas "con las que salen en la televisión con un ojo morado", según explica Durán.

"Algunas mujeres no lo revelan por vergüenza y/o sentimiento de humillación al denunciar a la persona con la que han compartido una vida; otras no lo hacen por temor a represalias y no pocas porque no llegan a identificar los actos como violentos", advierte Sordi, aludiendo a la tipificación de los delitos sexuales en el Código Penal y la Ley de Violencia de Género 1/2004.

También la abogada Martín hace referencia a la perspectiva de género en la judicatura y reclama que sea más "comprensible". "Que una víctima de violencia de genero no tenga que cruzarse con su agresor en los pasillos del juzgado. También es necesario que desaparezcan todos los estereotipos y mitos para que una mujer no tenga miedo de denunciar a su agresor por no confiar en la justicia de nuestro país", expone.

Según la macroencuesta de la European Union Agency for Fundamental Rights, realizada a 42.000 mujeres de los 28 Estados miembro de la Unión Europea en 2012, 1 de cada 5 mujeres ha sido víctima de violencia física y/o sexual por parte de su pareja actual o previa. Sin embargo, solo 1 de cada 3 víctimas ha denunciado las agresiones.

 "Fui víctima durante 11 años y cuando salí, no denuncié por miedo"

 Carmen Benito es la presidenta de la Asociación Mum que se dedica a dar apoyo psicológico, asistencia jurídica, amparo legal y recursos de futuro a miles de mujeres maltratadas que buscan escapar de sus entornos de violencia. Antes de fundar la asociación, Benito vivió 11 años de calvario al sufrir en sus propias carnes la violencia de género.

"Soy una mujer superviviente que estuve 11 años siendo víctima de violencia de género y cuando salí no interpuse denuncia por miedo", cuenta, entre los principales motivos. Pero también menciona las trabas a las que se enfrentó para recibir ayuda a nivel institucional, por lo que decidió formarse en piscología y ofrecer la mano que a ella no le brindaron.

"En aquel entonces el protocolo que había era mínimo y no me sirvió de nada. Ahora hay más ayudas, pero las mujeres que son víctimas, si no denuncian, no tienen derecho a casi nada e incluso las que denuncian y el juez no les da orden de alejamiento tampoco se consideran víctimas y no reciben suficientes ayudas", explica. Por eso, desde la asociación garantiza terapias para víctimas, alojamiento y una bolsa de empleo de cara al futuro, aunque es un camino largo, pues tienen que recuperar el autoestima, entender la situación y deshacerse de la culpa.

"La culpa calma la rabia de rebelarse"

En un primer momento, la mayoría de las víctimas asumen que la situación con sus maltratadores la han propiciado ellas. La culpa aparece y les impide dar el paso de denunciar y pedir ayuda. "La manipulación empieza despertando el bichito de la culpa, se utilizan mecanismos de coerción para convencer entre comillas a través del chantaje emocional o despertando el sentimiento de la culpa para que ellas hagan lo que ellos quieren", explica la psicóloga.

"La culpa calma la rabia de rebelarse". Con esta afirmación lo explica Durán, que también imparte cursos de prevención de violencia de género. Asegura que la violencia psicológica se acaba instaurando por la incapacidad de comunicación de los maltratadores y la frustración personal. "Tienen tanta falta de empatía que utilizan estos mecanismos para convencer a las víctimas mediante el chantaje, pero el límite cada vez se va moviendo más", cuenta.

Cómo identificar la violencia

La experta en materia psicológica de violencia de género da herramientas a sus pacientes para identificar las situaciones propicias a una violencia psicológica y cortar con ellas. "Es muy importante que se les entrene en saber comunicar las cosas sin suponer nada, porque muchas de ellas suponen muchas y hay que salir de dudas en todas las situaciones para tomar las decisiones", explica.

Apuesta por la comunicación asertiva para llegar a consensos. "Tú opinas y yo opino y llegamos a un acuerdo. El problema de las mujeres maltratadas es que como han estado tanto tiempo siendo sumisas, sin una opinión palpable, relegado todo a la opinión del maltratador piensan que su opinión no tiene importancia", señala.

Trabajar el autoestima, enterrar el sentimiento de culpa y educar a las mujeres a empoderarse son las herramientas necesarias para tornar la situación. La Asociación Mum también recurre a estas técnicas y fomenta las formaciones en escuelas y empresas para construir entre todos una sociedad más igualitaria y feminista.

Hacia un futuro inclusivo

En esta lucha, la educación y la ley son aliadas en la consecución de un cambio orgánico. "La ley desde la perspectiva de la regulación de todas aquellas conductas que impidan una verdadera igualdad entre hombres y mujeres; y la educación para evitar que el día de mañana sea necesaria una ley que asegure la igualdad entre hombres y mujeres", expone la abogada Martín.

Sin embargo, aún queda mucho trabajo por delante y por ello, aún sigue celebrándose cada 25 de noviembre el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Un día para la concienciación y sensibilización acerca de la violencia que sufre esta parte de la población. "Mientras que haya una mujer que no pueda acceder al mismo puesto que un compañero, por el hecho de ser mujer, y la ley lo permita, seguiremos necesitando leyes inclusivas", concluye la letrada.

Sandra Fernández Pérez

Sandra Fernández Pérez

Graduada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y en Ciencia Política y Gestión de la...

 
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