Ciencia y tecnología
Coronavirus

Un estudio asegura que la COVID-19 es una enfermedad vascular y no respiratoria como se pensaba

Un equipo de investigación de Estados Unidos ha determinado que el COVID-19 ataca el sistema vascular a nivel celular

Un estudio estadounidense clasifica el COVID-19 como una enfermedad vascular. / dowell Getty Images

Madrid

Desde los comienzos de la pandemia, científicos de todo el mundo han denominado a la COVID-19 como una enfermedad respiratoria. Desde que se dieron los primeros casos de SARS-CoV-2, han tratado de conocer más a fondo las características del virus para conseguir de esta manera luchar contra él. En los primeros hallazgos se pudo observar que las proteínas de espiga ayudaban al virus a infectar al huésped adhiriéndose a las células sanas del organismo humano. Ahora se ha descubierto que estas proteínas tienen más importancia de la esperada.

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Un equipo de científicos estadounidenses ha llevado a cabo un estudio en el que se señala la COVID-19 como una enfermedad vascular, al contrario de lo que se pensaba anteriormente. Así lo señalaban en la revista 'Circulation Research', el virus es capaz de dañar y atacar el sistema vascular a nivel celular y esto ayuda a explicar y entender muchas complicaciones que podían surgir a raíz del COVID aparentemente sin una conexión establecida

Según Uri Manor, coautor del estudio y perteneciente al Instituto Salk de Estados Unidos, “Mucha gente piensa que es una enfermedad respiratoria, pero en realidad es una enfermedad vascular. Eso podría explicar por qué algunas personas sufren derrames cerebrales y por qué otras tienen problemas en otras partes del cuerpo. Lo que tienen en común es que todos ellos tienen un trasfondo vascular”.

Los resultados del estudio

Las conclusiones de este estudio ya eran esperadas. Aunque no se trate de una sorprendente novedad, si que ayuda a confirmar por primera vez de forma clara cómo la proteína daña a las células vasculares. Hasta la fecha no se conocía ningún estudio ni ninguna documentación que explicara y confirmara este proceso, aunque ya fuera una sospecha por parte de muchos científicos.

Para la realización del estudio, los expertos desarrollaron un pseudovirus rodeado por la característica corona de proteínas de espiga del SARS-CoV-2, pero sin ningún virus en su interior. Se aplicó a un modelo animal, cuya exposición provocó daños en los pulmones y arterias, lo que demostraba que la proteína por si sola era capaz de provocar la enfermedad aún si la ayuda de ningún virus. Las muertas recogidas de tejido mostraron una inflamación en las células que recubren las pareces de las arterias pulmonares.

Más adelante, expusieron las células endoteliales sanas a la proteína de espiga de la COVID-19 y se demostró que la proteína dañaba a las células al unirse a la ACE2. Interrumpiendo de esta forma la señalización molecular de esta a las mitocondrias dañándolas y fragmentándolas. "Si se eliminan las capacidades de replicación del virus, éste sigue teniendo un efecto dañino importante en las células vasculares, simplemente en virtud de su capacidad de unirse a este receptor ACE2, el receptor de la proteína S, ahora famoso gracias al COVID-19", explica Manor.

 
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