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Juegos Olímpicos 2020

Jordi Xammar y Nico Rodríguez: la llamada que fraguó una medalla olímpica renunciando a otros sueños

La pareja de moda en la vela española ha saldado las cuentas pendientes desde Río 2016 colgándose un bronce en Tokio en la clase 470 masculina

Jordi Xammar y Nico Rodríguez posan con su medalla de bronce en Tokio 2020 / Getty Images

Jordi Xammar Hernández y Nicolás Rodríguez García-Paz han entrado en la historia de la vela olímpica española tras adjudicarse una medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 en el 470 masculino. Una promesa olímpica con hambre de resarcirse y un odontólogo en proceso han dado fruto a una unión triunfal que festeja haber cumplido un sueño en el podio e incluso haber soñado con cotas más altas.

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La decepción de Río 2016 fue el origen de la conexión que celebra la afición española este miércoles. Xammar, presente en la anterior citación olímpica acompañado de Joan Herp, no pudo pasar de una duodécima plaza en una prueba que dejó un sabor amargo en el regatista de Barcelona. Ya entonces, su deseo era ir a más, aunque su pareja en la embarcación optó por tomar otro camino y centrarse en los estudios.

Pero el impulso de Jordi Xammar siguió la estela de un camino emprendido desde los 6 años, cuando empezó a competir en regatas de la clase Optimist y descartó la posibilidad de emular el camino de su padre, el piloto profesional de motociclismo Pedro Xammar. Esta experiencia resultó ser el inicio de una gran promesa que coronó su primer campeonato de España a los 14, justo antes de comenzar una fuerte unión con Herp con 15 años de edad.

En el momento de separar sus caminos, una llamada dio el giro definitivo al curso de la vela española en esta clase. A sus 22 años, la insistencia de Jordi Xammar acabó encontrándole en el camino con un Nico Rodríguez cuya mentalidad seguía caminos muy distantes a los de la competición de alto nivel.

Una llamada cambió la historia

Quien terminaría convirtiéndose en pareja de bronce recibió la propuesta cuando se encontraba en Países Bajos, aprendiendo el idioma del país para coger una oferta laboral y ejercer su profesión de formación: odontólogo. El gallego, formado en el Club Náutico de Vigo, se encontró en un gran dilema que le obligó a elegir entre sus dos pasiones. La decisión era compleja, y es que al fin había encontrado un empleo en el que poder desarrollar una labor para la que había estudiado un lustro en la Universidad de Santiago de Compostela. De hecho, varios pacientes españoles llegaron a ser atendidos por el ahora medallista olímpico.

Sin embargo, su idea cambió por el sueño olímpico que aguardaría cinco años después y que le brindaría el premio a su gran sacrificio. Tan solo unos días después de haber cogido el avión hacia una nueva vida en el extranjero, Rodríguez regresaba a España antes de firmar su contrato para enrolarse en una nueva preparación que dio resultados casi inmediatos.

Solo unos meses después de empezar a trabajar, la dupla emprendió su rumbo hacia Tokio con un bronce en el Campeonato de Europa. Este metal no sería una mera casualidad, y es que en los años siguientes se acumularon los éxitos de un dúo que llegó a aguas japonesas con un total de tres medallas continentales a sus espaldas y otras tres mundiales. El tercer puesto de Tokio 2020, no obstante, guardará un recuerdo imborrable en un palmarés que todavía promete muchas alegrías a la vela nacional.

 
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