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Por qué el 40º Congreso hará historia en el PSOE aunque no haya sangre ni sorpresas

El reencuentro de los socialistas en su 40º Congreso federal marca un hito porque desde 2008 no celebran un congreso de paz interna, sin vencedores ni vencidos y gozando de un amplio poder institucional

Pedro Sánchez, en el Comité Federal del PSOE, el pasado 3 de julio en Madrid. / Isabel Infantes/Europa Press via Getty Images

Madrid

Sin frentes abiertos ni grandes golpes de efecto, el PSOE celebra este fin de semana en Valencia un congreso que sí que puede hacer historia en el partido, precisamente, por contraste con los excesos de la la contienda de 2017. El reencuentro de los socialistas en su 40º Congreso federal marca un hito porque desde 2008 no celebran un congreso de paz interna, sin vencedores ni vencidos y gozando de un amplio poder institucional. Y todo esto es lo que quiere el presidente Pedro Sánchez, que le sirva de plataforma para relanzar el proyecto de cara a las elecciones generales, que prevé para dentro de dos años. Cuatro años después del Somos la izquierda del congreso que consagró la victoria de Sánchez, los 1.083 delegados y los más de 4.000 invitados de este cónclave van a encontrar a un PSOE que poco tiene que ver con el de entonces.

El PSOE de Sánchez, después del sanchismo

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Sánchez quería que este congreso se celebrase de forma presencial, ya con la pandemia controlada, porque realmente es "su congreso", el que organiza desde la Moncloa, con un Gobierno estable y sin ninguna contestación interna pero, paradójicamente, éste será el cónclave que entierre definitivamente el sanchismo. "Porque todos somos sanchistas", aseguran en Ferraz. Y la mayor expresión de esa nueva realidad orgánica será la nueva Ejecutiva federal: en la actual, con 49 miembros, no se integró a ninguno de los perdedores de las primarias, salvo a Patxi López, y Sánchez se esforzó en premiar a quienes habían ejercido de apóstoles de su proyecto en cada rincón de España, promoviendo plataformas de militantes y retando a los aparatos locales.

Alcaldes o dirigentes irrelevantes hasta entonces fueron a incorporados a una dirección tan variopinta como poco práctica. La mayoría de ellos cuentan con salir de la cúpula del partido; sin demasiado dramatismo, que ya han visto cómo Sánchez cortó en seco la carrera de su fiel escudero y secretario de Organización, José Luis Ábalos. "Después de eso, lo demás tiene poco impacto", admiten algunos de los que están preparados para recoger el despacho.

Lastra-Cerdán, un tándem a prueba en el puente de mando

Eliminado Ábalos de la foto, en el puente de mando orgánico sí que habrá continuidad en las caras, aunque con un encaje novedoso que pondrá a prueba la capacidad de coordinación de Adriana Lastra y Santos Cerdán. La ex portavoz socialista seguirá siendo vicesecretaria general, pero dedicada en exclusividad a la sede socialista, que está muy hecha a la tradición de que sea el secretario de Organización quien tenga mando en plaza en Ferraz y en los territorios.

En el entorno de Lastra han calificado de "plenipotenciaria" su posición en el partido en la nueva etapa, aunque en los estatutos del PSOE las que están detalladas son las competencias del responsable de Organización, que será Cerdán. La preparación de las elecciones generales es la que explica, según distintas fuentes, que Sánchez haya querido que Lastra se centre en el partido, reforzando además la interlocución del aparato con la Moncloa. Después de un pulso sordo y permanente con Iván Redondo, Ferraz trabaja ahora codo con codo con el equipo del presidente en el Gobierno. "Miramos de la misma forma", explican sobre la forma de trabajar tras el rescate de Óscar López como director de Gabinete.

El presidente lleva meses dándole vueltas al equipo que quiere configurar en el partido. Dirigentes jóvenes, con perfiles profesionales en muchos casos, sin mochilas orgánicas, aunque con dos excepciones que cobran especial valor en este contexto: Cristina Narbona que, según distintas fuentes consultadas por la SER, continuará en la Presidencia del PSOE y Guillermo Fernández Vara, presidente de Extremadura. Fue uno de los dirigentes territoriales que combatió con más dureza a Sánchez en las primarias y el primero con el que se reconcilió a los pocos días del 39º Congreso. Entonces lo colocó como coordinador del Consejo Político Federal y ahora lo va a incorporar como miembro de pleno derecho en la Ejecutiva, como responsable del área de Política Autonómica.

Sin tensiones con los barones, consolidados en sus territorios

Fernández Vara fue uno de esos "barones" que se aliaron para sacar a Sánchez de Ferraz y que han resistido después, a pesar de que se metieron de lleno y perdieron esa durísima batalla. Las primarias fueron el primer asalto, pero Pedro Sánchez no estaba dispuesto a ser un secretario general que solo mandaba en Ferraz. Desde el mismo 39º Congreso empezó a trabajar en candidaturas alternativas a los presidentes autonómicos: Ximo Puig ni siquiera fue delegado en el cónclave de 2017 y, ese mismo fin de semana, el sanchismo puso el foco en un desconocido alcalde de Burjassot, llamado desde ese primer momento a plantar cara al president.

Puig aguantó y ahora es uno de los responsables autonómicos con más sintonía política con Sánchez que, realmente, no pudo mover la silla a ninguno de los que estaban gobernando en sus territorios, en algunos casos, ni siquiera pudieron armar candidaturas alternativas.

Los congresos regionales de entonces consolidaron internamente a los presidentes que, con la llegada de Sánchez a la Moncloa, se han alineando prácticamente en todas sus posiciones. Emiliano García-Page (Castilla La Mancha) y Javier Lambán (Aragón) son quienes mantienen un perfil más crítico en algunos asuntos, sobre todo los relacionados con el independentismo y los indultos a los presos del Procés, pero sin que esas discrepancias turben la convivencia política dentro del PSOE.

Los ex se reencuentran con la militancia: la marca suma

Sí que hay un elemento que ha distorsionada la convivencia entre los socialistas, con un fuerte componente emocional, y que Sánchez ha cuidado para este 40º Congreso: la integración de los exlíderes socialistas en el relato y en la foto actual del partido. Este congreso no va a coincidir con ningún viaje de Felipe González a Colombia ni Rodríguez Zapatero asistirá con el gesto helado a la apertura, incómodo en la escena, tras haber hecho activa campaña contra Sánchez.

Los dos expresidentes van a tomar la palabra ante la militancia, los invitados, los simpatizantes y los electores del PSOE. Están indisolublemente unidos a la marca y Sánchez quiere exhibir que él lidera un proyecto en el que se reconoce todo el partido y que ha conseguido la reconciliación. "Sabemos cuál es nuestra fuerza: la unidad. Estamos más fuertes que nunca porque estamos más unidos que nunca", ha escrito Sánchez estos días en una carta a la militancia.

Además de los mensajes, las imágenes serán muy importantes en la cita de Valencia: los organizadores han cuidado la asistencia de todos quienes han sido relevantes en las direcciones del PSOE. Y se les verá juntos en el plenario.

Avanzamos, con dos años por delante

"Con esa unidad y esa fuerza", Sánchez defiende en la misiva que el PSOE está preparado para "sumar generaciones, esfuerzos y capacidades para dar la respuesta que necesita España". Avanzamos es el lema del congreso, enfocado hacia lo que Sánchez ha bautizado como la "recuperación justa", que será la gran baza electoral del PSOE para las elecciones generales. Y en la Moncloa y en Ferraz tienen claro que quedan dos años por delante hasta la cita con las urnas. Sánchez quiere ser el primer presidente que ve entrar y salir al país de una crisis económica. El 40º Congreso socialista se le presenta como oportunidad para rearmar al partido para la batalla electoral, sanadas ya las heridas de la guerra interna.

 
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