Sociedad

Un verano de más de tres meses: el cambio climático fulmina la primavera y dispara los termómetros

Los científicos alertan del acortamiento de las estaciones en favor de unos veranos más largos y calurosos

Imagen de un embalse en León en septiembre de 2017 cuando contaba con apenas un 10% de su capacidad / Getty Images

Madrid

Los amantes del calor están de enhorabuena: en los últimos diez años han disfrutado de un mes más de temperaturas veraniegas que en la década de los ochenta, según datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Sin embargo, esta concesión térmica incluye una letra pequeña: las olas de calor, los récords de temperatura o el acortamiento de la primavera y el otoño -con todas sus consecuencias- son realidades que se agravarán en tan solo treinta años.

El calentamiento global implica una subida generalizada de las temperaturas en todas las estaciones, algo que se nota especialmente en verano, tal como recogen los datos de la AEMET. De hecho, las olas de calor sufridas en España en los últimos diez años duplican las acontecidas en las décadas anteriores y llegan a cuadruplicar las registradas entre 1975 y 1980.

Pero además de los picos de calor, la subida de las temperaturas ha provocado que los veranos se alarguen en más de un mes que hace cuarenta años, tal como explica el portavoz de la AEMET, Rubén del Campo. “Las temperaturas estivales se empiezan a registrar mucho antes que en 1980. Los veranos ahora ocupan meses que antes pertenecían al otoño o a la primavera, especialmente a esta última”, asegura.

Del Campo muestra preocupación acerca del crecimiento de las temperaturas en primavera y verano: "Las olas de calor no solían aparecer hasta finales del mes de junio, pero últimamente se han empezado a registrar en ese mes. En 2019, hace escasos dos años, se batieron récords de temperatura anual. Es decir, antes de que empezase el verano como tal, ya habíamos alcanzado el pico máximo de calor. Eso era algo inusual, no solo en España, sino en todo el mundo, hasta ahora. De hecho, en Canadá se llegaron a alcanzar los 50 grados este pasado verano", asegura. 

Los picos de calor, sin embargo, no merman tras la puesta de sol. De hecho, España ha visto cómo se han multiplicado por diez las noches tórridas (en las que se registran temperaturas superiores a 25 grados) en los últimos cuarenta años. "En una ciudad como Madrid hemos visto noches de 32 o 34 grados. Pero no sólo en la capital. Podemos afirmar que cerca de nueve millones de personas en España (una quinta parte del país) sufren noches tórridas cada verano, lo cual termina por afectar a la salud de las personas", asevera. 

La subida de las temperaturas, los récords del mercurio antes de julio y las noches de bochorno muestran unas proyecciones nada optimistas para España, tal como asegura el meteorólogo: "No me atrevo a decir que nos vayamos a convertir en el Sáhara, pero la aridez va a aumentar. Si suben las temperaturas, sube la demanda de agua para consumo, para generar electricidad, para los cultivos... y eso puede fomentar las sequías. Para 2050 el clima de Madrid puede asimilarse al de Marrakech (Marruecos), que se encuentra a las puertas del desierto". 

Las sequías o la aridez de los ecosistemas españoles pueden provocar grandes desastres en apenas treinta años, tal como asegura Andreu Escrivá, ambientólogo y doctor en Biodiversidad: "Hay un riesgo claro de que partes de España entren en situaciones climáticas que impidan actividades agrícolas, que pongan en peligro el turismo o que, sencillamente, registren tanto calor que la vida se haga insoportable", asegura. 

El antiguo pueblo de Mansilla (La Rioja) sale a la luz tras secarse el embalse homónimo en agosto de 2017 / Getty Images

De hecho, el ambientólogo no descarta que se produzcan grandes éxodos como consecuencia de estos radicales cambios. "Puede haber zonas en las que las elevadas temperaturas provoquen migraciones climáticas en no tanto tiempo. Nos da la impresión de que los cambios son graduales, pero muchas veces son drásticos. La vendimia en algunas zonas se ha adelantado un mes, por ejemplo. En otros lugares hay productos que ya no se pueden cultivar", dice. 

El alargamiento de los veranos, insiste el investigador, tendrá un fuerte impacto negativo en apenas treinta años: "En Valencia, por ejemplo, este verano se ha visto cómo se cerraban parques para evitar golpes de calor. En Madrid también ha sucedido. Llegará un momento en que por culpa del calor tendremos que cambiar hasta nuestros hábitos".

Un cambio de hábitos que, según las proyecciones, llegará alrededor de 2050 sin que pueda revertirse la tendencia ascendente de las temperaturas. Apenas tres décadas para que las temperaturas crezcan, como apunta el portavoz de la AEMET, de dos a tres grados sin que sea reversible: "Vamos tarde. Aún se pueden evitar otras catástrofes, pero vamos tarde. Si conseguimos reducir los gases, si nos comprometemos, quizá a finales de siglo las temperaturas puedan bajar. Ahora bien, no quiero lanzar mensajes catastrofistas pero, si no hacemos nada, las próximas generaciones tendrán que enfrentarse a climas extremos". 

Agustín Rodríguez-Sahagún

Agustín Rodríguez-Sahagún

Graduado en Derecho por la Universidad Pontificia de Comillas. Máster de Periodismo UAM-El País. Redactor...

 
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