Esperanza Aguirre, la castiza "lideresa" que no pensaba ser política
Carismática y con un indudable éxito electoral, no han faltado nunca los que la han situado incluso en La Moncloa.
Esperanza Aguirre (Madrid, 1952) inició su carrera política en el Ayuntamiento de Madrid en los bancos de la oposición frente al mítico Enrique Tierno Galván. Dio el salto a la política nacional en 1996 con el primer Gobierno de José María Aznar, que la nombró ministra de Educación y Cultura. Sin embargo, ella hubiera preferido entonces la cartera de Defensa.
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En 1999, se convirtió en la primera mujer en nuestro país en presidir el Senado. También tiene el honor de ser la primera presidenta de una comunidad autónoma española, cargo al que llegó en noviembre de 2003, repetidas las elecciones autonómicas en Madrid tras el escándalo del "Tamayazo", la espantada de la Asamblea de los tránsfugas Tamayo y Sáez. Después, una mayoría absoluta en 2007 consolidó a Esperanza Aguirre en el despacho de la Puerta del Sol.
Combativa siempre, su eterno enfrentamiento con el ex-alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón, ha ido dejando un buen número de capítulos, que incluso han puesto en más de un brete al propio Mariano Rajoy.
Carismática y con un indudable éxito electoral, nunca pensó en dedicarse a la política. Al acabar la carrera de Derecho se planteó montar una guardería o ser profesora universitaria.
En lo personal, la gente cercana define a Esperanza Aguirre como dura, inquieta, tenaz, brutalmente sincera, curiosa, mandona y "un poco gritona cuando se enfada". Son adjetivos que aparecen en su biografía autorizada, en la que ella misma reconoce que ha logrado sus objetivos "con constancia y mucho trabajo".
Supersticiosa, a lo largo de su vida ha salido ilesa de un accidente de helicóptero en Móstoles (2005), de una oleada de atentados en Bombay (2008) y ha tenido que hacer frente a un cáncer de mama.