David Bowie, una lección en cada disco
Repasamos los éxitos del británico, recientemente fallecido, y que acababa de publicar una nueva joya discográfica
Fuenlabrada
Entristece a cualquier melómano escuchar esta maravillosa voz ahora que sabemos que se ha ido. Bowie era una de esas personas que podía hacer lo que le diera la gana, y se lo había ganado a pulso. El viernes publicaba su 25º álbum, otra maravilla. ‘Blackstar’ es el tema que le da nombre y que sigue una senda que se abría hace ya unos años.
David Bowie, una lección en cada disco
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Tras varios años de pequeñas grabaciones, en 1967 David Bowie publicaba su primer álbum con una ética y una estética muy brit-pop, aunque esa voz grave y autoritaria avanzaba en temas como este ‘Rubber band’ que no estábamos ante uno más. Y era cierto. Sólo dos años después su ‘Odisea en el espacio’, ‘Space Oddity’, marcaba un hito en la historia de la música contemporánea.
Ay, amigo. La androginia acaba de inventarse. Un ser espacial, difícilmente catalogable, aterrizaba en millones de hogares convirtiéndose en número uno con esta delicada pero también innovadora canción. Ese juego entre lo masculino y lo femenino, lo humano y lo sideral, se repetía en el 70 con ‘The man who sold the world’.
Cada compás de este tema es único: el riff de guitarra, la metalización de la voz, la percusión… Bowie estaba creando un género propio en una época en la que lo fácil era copiar a Beatles, Stones o Zeppelin. Es complicado elegir un solo tema de estos discos, pero vayamos por los más reconocibles: ‘Life on Mars?’ y ‘Starman’.
Bowie era capaz de transitar el pop, el rock, el folk, el punk… Y con su alter ego Ziggy Stardust, del que a veces era complicado separar. Pero Bowie no sólo era plasticidad e histrionismo. Ocultaba unas hondas convicciones en sus letras. Fue el caso de ‘Fame’, coescrito con John Lennon en 1975 en el disco ‘Young America’, el que aprovechaba para cambiar el estilo.
El funky y el soul era de alguna manera la nueva marca de un Bowie que ahora era el ‘duque blanco’. Época en la que por cierto su adicción a la cocaína y sus coqueteos con la parafernalia nazi estuvieron a punto de destruirlo. Superado aquello, entre el 77 y el 79 publicó la llamada ‘Trilogía de Berlín’ con el productor Brian Eno, donde exploraba músicas conceptuales, new wave y fórmulas compositivas complejas. Entresacamos el tema más famoso, ‘Heroes’.
Ya en los 80’ Bowie comenzó a explorar otros caminos: la televisión, los musicales, la pintura… Pero la música seguía siendo su especialidad. No olvidamos su gran colaboración con Queen en el eterno ‘Under Pressure’, pero nos vamos a centrar en ‘Let’s Dance’, del 83, donde volvía a romper las listas de éxitos en uno de sus mayores éxitos de ventas.
Habían pasado dos décadas desde que Bowie comenzara en este negocio y parecía que se enfocaba más ahora en colaboraciones y bandas sonoras que en su carrera. De hecho los éxitos arrasadores no son muy abundantes y el sonido parece retroceder un par de años. Aunque casi al mismo tiempo Bowie forma una banda, Tin Machine, con toques de hard rock y denuncia social como en este ‘Under the god’, de 1989.
Pero eso de que Bowie estuviera en una banda no convencía a nadie, y menos a él, y no duró mucho la aventura. En los 90’ la repercusión del británico bajó considerablemente, pero se rescatan cosas como ‘Jump they say’, del disco de 1993 ‘Black Tie White Noise’, con mucha presencia electrónica.
Con el nuevo milenio Bowie no visitó mucho las estanterías de novedades discográficas, pero tras una década en dique seco, en 2013 volvía sin cortarse un pelo ni morderse la lengua con la obra ‘The next day’, la última hasta este año y con la que recuperaba el trono del número uno con temas como esta balada con la que nos vamos, ‘Where are we now?’.