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Hablar en público sin temor

En el mundo laboral actual, cualquier profesional se enfrenta a situaciones en las que tiene que exponer o defender ante un grupo de personas algún aspecto de su trabajo

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Valencia

Por: Cristina Cervera. Consultora Recursos Humanos en AÏNA Management

Hablar en público se ha asociado normalmente con dar charlas o conferencias sobre algún tema concreto, por parte de una persona cualificada, a grupos de personas más o menos numerosos que reconocían al orador como experto en una materia. Sin embargo en el mundo laboral actual, cualquier profesional se enfrenta a situaciones en las que tiene que exponer o defender ante un grupo de personas, no necesariamente numeroso, algún aspecto de su trabajo y mostrarse solvente en este rol. Tomar conciencia de la importancia que tiene esta habilidad y desarrollarla nos servirá laboralmente.

Desde presentar a un grupo de clientes un nuevo producto o servicio sin ser el comercial de la empresa a convencer al comité de dirección acerca de una nueva idea a poner en práctica, hay todo un sinfín de situaciones que nos van a exigir dominar esta habilidad. Explicar a nuestro equipo la marcha de la empresa o del departamento; presentar un proyecto/idea a un grupo de inversores para la que se busca financiación; representar a la empresa en un evento; explicar a los miembros de un proyecto como interactúan los diferentes aspectos del proyecto entre sí para establecer prioridades, hacer cambios…; ofrecer nuestros servicios a un cliente si somos profesionales independientes… En definitiva situaciones muy cotidianas para profesionales de todo tipo en el mundo laboral actual.

Para muchas personas hablar en público es un reto que genera inquietud porque no es una habilidad para la que nos hayamos preparado desde la infancia y se posea de forma natural. Nos sentimos vulnerables, expuestos, juzgados y tenemos la sensación de que estamos en un examen, cosa que en parte es así. Nos obliga a salir de nuestra “zona de confort”, que es la de nuestro trabajo cotidiano e interlocutores habituales y nos colocamos ante personas que en muchos casos no saben cómo somos en el día a día.

En este contexto adquiere especial relevancia nuestra capacidad de comunicar, es decir no solo se trata de lo que sabemos si no también de cómo lo transmitimos.

RECOMENDACIONES

Algunas recomendaciones que nos ayudarán a superar este reto y prepararnos para el momento de hablar en público son:

-Prepararnos mentalmente.

¿Qué prejuicios y miedos nos limitan y contribuyen a que tengamos un estado emocional inapropiado?. Nos los tenemos que desmontar y actuar sobre ellos. Pensemos que generalmente sabremos más de lo que estamos hablando que quienes nos escuchan, nuestro punto de vista es único y para eso quieren escucharnos. La mayoría de las veces nadie nos escucha con ánimo de examinarnos ni pillarnos en una falta o está en contra nuestra, si no que quieren conocer algo que no saben y tenerlo en cuenta.

-Definir el objetivo perseguido con nuestra intervención y el tipo de público al que nos dirigimos.

Esto condicionará el nivel de detalle de la información que comuniquemos, el tipo de lenguaje a emplear, el tono que empleemos o cómo será la puesta en escena que hagamos.

-Escribir lo que vamos a decir.

Improvisar nos puede llevar a decir algo inapropiado, irnos por las ramas, olvidar algo importante… Seguir la estructura de presentarnos e introducir el tema, desarrollarlo en detalle

y argumentarlo y acabar con una conclusión final y agradecimiento, dará orden a nuestra charla.

-Ensayar.

Al principio nos calmará vernos, es decir, practicar nuestro discurso delante de un espejo o grabarnos con el móvil y después vernos. O pedir a alguna persona cercana que nos haga de público y opine después. Así podremos tener una aproximación a lo que van a percibir los demás y nos ayudará a corregir tics, gestos, el tono que empleamos o incluso lo que decimos. También practicar nos servirá para ajustar los contenidos al tiempo de exposición.

-Tener controlado el contexto y los medios a emplear.

Vamos a estar sentados todos en torno a una mesa, voy a estar de pie y los demás sentados, manejaré yo el ordenador que proyecta mi intervención, que materiales necesito en mi charla, con cuanto tiempo cuento, solo intervengo yo o hay más ponentes… Conocer este tipo de detalles nos evitará sorpresas y dará tranquilidad.

Durante nuestra intervención convendrá tener en cuenta:

-Estar nerviosos es normal.

Nos enfrentamos a algo especial y nuestro organismo reacciona. Cierto nivel de nerviosismo es positivo, ya que nos mantiene en estado de alerta. No obstante al empezar, dejar la mente en blanco unos segundos y hacer unas respiraciones lentas y profundas, buscar con la mirada a alguien que conocemos y sonreír nos ayudará a calmarnos y que nos sintamos mejor en el momento de empezar a hablar.

-La importancia del lenguaje no verbal.

Comunica tanto lo que decimos como lo que transmitimos con nuestra corporalidad, con nuestra apariencia, con nuestro tono de voz, con nuestra mirada. Mantengamos el contacto visual con nuestros oyentes, nuestras notas o la proyección son un apoyo a nuestro discurso, evitemos leerlo todo el tiempo y no olvidemos mirar al público.

-Nuestra actitud ha de ser la adecuada.

Mostrémonos naturales, entusiastas (nos gusta lo que hablamos y por eso lo compartimos) y sonriamos cuando lo sintamos si la ocasión lo permite, no mantengamos un semblante grave.

-Quedarse en blanco puede pasar.

Si tenemos un breve lapsus o parón mientras hablamos, quien nos escucha, o no se dará cuenta o lo interpretará como un momento de reflexión o de pausa “programada” sin ninguna importancia.

 
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