Nadia, un monstruo viene a verme
El padre de Nadia advirtió pronto el filón que ofrecía la solidaridad hacia los desventurados. Quiso domesticar al monstruo de las redes sociales, rentable pero salvaje
'La línea roja' de Matías Vallés (09/12/16)
01:11
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Palma de Mallorca
Se me ocurren pocos asuntos más baleares que las andanzas del padre de Nadia. El mentiroso o exagerador Fernando Blanco vivía en Biniali, registró en Palma la Asociación que aprovechaba el nombre de su hija, pasó largo tiempo en Ibiza, sufrió condena por trapicheos en Menorca. La madre de la niña se apellida Garau Ramis.
Como en la película, el fantasioso Fernando Blanco ha descubierto qué ocurre cuando 'Un monstruo viene a verme'.
El padre de Nadia advirtió pronto el filón que ofrecía la solidaridad hacia los desventurados. Quiso domesticar al monstruo de las redes sociales, rentable pero salvaje.
Es posible que Blanco sopesara la repercusión de relatos inverosímiles que afectaban a su hija enferma. No le importó, y subió las apuestas.
El monstruo burlado de la opinión se enfureció contra Fernando Blanco, y ha acabado por devorarle.
Nadia ha sido víctima por partida doble, de su enfermedad y de un padre que quiso ser el primero en engañar a todo el mundo todo el tiempo.
Porque cuando miras al monstruo, el monstruo también te mira. O eso pensaba Nietzsche.
La advertencia se extienden a quienes se detienen en el morbo de esta historia porque, quien persigue monstruos, acaba convirtiéndose en uno de ellos, ma´s Nietzsche.
Por eso, me gustaría que este comentario se escuchara menos que otros. Sé que no será así.