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50 sombras de Zach Monaghan

A Coruña

Ayer asistimos a un espectáculo de baloncesto pornográfico. A Zach Monaghan no le importó que más de setecientos niños colorearan las gradas del Palacio de los Deportes de Riazor y nos deleitó con un show de tres o cuatro minutos reservado para mayores de 18 años.

Hasta ese momento su partido no había sido bueno. Cierto es que anotó 7 puntos en el segundo cuarto pero en ningún momento pudo imponer su ritmo de juego ante unos bases rivales más intensos y metidos en el partido. Además, volvió a perder la concentración debido a su particular relación con los colegiados. Son varios partidos ya en los que los del silbato no sancionan los golpes y agarrones que sufre el estadounidense pero, por el contrario, sí lo castigan a él con faltas en contra al mínimo contacto. De ahí que en su estadística de ayer figuren solamente 12 minutos y 33 segundos de juego.

Y gracias a que Jorge Sanz sufrió un percance con su zapatilla a falta de cuatro minutos para el final del choque, pues no parecía que Gustavo Aranzana tuviera intención de introducir al de Palatine, Illinois, en el rectángulo de juego.

Lo que pasó a partir de ese momento fue mágico. Tres mil gargantas insuflaron ánimos desde la grada y Monaghan culminó la remontada iniciada (cabe resaltarlo) con el excelente trabajo defensivo del otrora defenestrado Mike Torres, anotando 9 puntos en un suspiro. La orgásmica acción de triple más adicional que puso al Leyma por delante en el marcador a falta de 26 segundos, fue el clímax de una exhibición fugaz que puso al pabellón coruñés patas arriba.

Y es que Zach Monaghan es un jugador especial. Basta con verlo en acción en un par de partidos para darse cuenta. Es cierto que a veces nos desespera (a mí el primero) con su mala defensa de uno contra uno, que nos pone el corazón en un puño cuando intenta un pase imposible en momentos importantes, pero Zach “ the wizard” Monaghan, Mister Miracle, es sinónimo de riesgo, de adrenalina, de espectáculo, de magia.

Si es cierto que nos atrae lo prohibido, muchos niños (y algún que otro adulto) se habrán enganchado al baloncesto después de las emociones primarias que se desataron después de la “sesión golfa” protagonizada ayer por Zach Monaghan. Esperemos que no tengan que venir al palacio a escondidas.

 
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