Cientos de personas en lista de espera para recibir atención del Samur Social
La falta de plazas y de personal ha llegado a provocar que en la lista de espera se acumulen hasta 500 personas
"No podemos hacer intervención con nadie", dicen los trabajadores
El Samur Social es un servicio que depende del Ayuntamiento, pero que está, en su mayoría externalizado. El 90 % de los trabajadores pertenecen a una empresa privada, Grupo5
Madrid
El problema es doble: la falta de plazas y la falta de personal. Los centros del Samur Social están abarrotados. La situación es "desbordante", según los trabajadores. Cada semana se liberan una o dos plazas en la red y, mientras, las personas siguen acumulándose en una lista de espera que apenas avanza. "Ha llegado a haber 500 personas en la lista", dice María (nombre ficticio), que lleva años trabajando en el Samur Social. Y a eso se suma la falta de personal: "El problema es que esa lista requiere gente que la esté revisando constantemente y no es así".
De hecho, las personas que hay en esa lista tienen que pasar por un equipo, el de Puerta Única de Entrada, que es el único que puede decidir a qué recurso, de la red de personas sin hogar, les envía. Pero ese equipo, del que depende toda la ciudad de Madrid, solo está formado por dos personas: un trabajador social y un auxiliar. Si uno se coge un día libre o hace una guardia, el otro se queda solo.
Además, el problema no está solo en quién revisa esa lista, también en cómo se crea. Se hace con un sistema informático y con una ponderación que tiene en cuenta distintos factores: la situación sanitaria de la persona, si consume drogas o alcohol o cuánto tiempo lleva en la calle, si es una persona sin hogar. "Son casos muy subjetivos, pero no se tratan como tal. Esa ponderación, que les coloca en un puesto, no sirve para nada porque es objetiva".
Algo que todavía incrementa más la descoordinación es que hay muchos equipos que pueden incluir personas en esa lista: pueden hacerlo desde la Sala de Emergencia, desde los Equipos de Calle y también desde el personal que la revisa, el de Puerta Única de Entrada, así que crece y crece, a pesar de que no hay plazas suficientes para liberarla. "No es una lista de espera como tal, más bien es una lista de demanda. Es muy difícil que avance, porque, además, cuando se libera una plaza en la red de personas sin hogar, suele ocuparse con casos que son una emergencia". Así que cuando se libera una plaza, no la ocupa el primero de la lista.
"La emergencia se desvirtúa"
El Samur Social es un servicio complejo. Se divide en dos departamentos: emergencias sociales y personas sin hogar. Hay equipos destinados para cada uno: para emergencias, el Equipo de Emergencia y para personas sin hogar, los Equipos de Calle. Dentro del Equipo de Emergencia está la Sala de Comunicaciones (donde se reciben los avisos) y el Equipo de Seguimiento que está formado por trabajadores sociales y es el encargado de establecer la línea de intervención de cara a que la persona que ocupa un recurso de emergencia salga de él y lleve una vida autónoma. La emergencia es una situación sobrevenida abarca desde la persona a la que han robado todo y que no tiene dónde quedarse ni familia a la que acudir al desalojo de un edificio por algún tipo de catástrofe.
Los Equipos de Calle son grupos de trabajadores que atienden los casos de las personas "sin techo". Cada trabajador lleva decenas de casos, los estudian y plantean qué recurso puede ser el más adecuado, también puede haber casos cronificados o personas en calle que rechacen el recurso que les ofrecen. Y también hay veces en las que la emergencia y la situación de calle coinciden. Antes de establecer el recurso, derivan sus casos al equipo de Puerta Única de Entrada que es el que, en última instancia, establece la plaza a la que envían al usuario. Igual que se dividen los equipos, se dividen también los recursos: hay plazas para personas sin hogar (con más de 1.000 plazas en los distintos centros) y alojamientos para emergencias.
Es, en origen, un servicio que atiende las emergencias sociales, pero eso, según los trabajadores "se está desvirtuando" porque la estancia en los recursos se acaba alargando cuando no debería. "Se supone que el alojamiento de emergencia es para días o semanas, pero están siendo meses. Hay muchas personas que ocupan plazas de emergencia porque están a la espera de un recurso para personas con discapacidad o para una plaza en una residencia de mayores y como esa plaza nunca llega, la estancia se alarga en los recursos de emergencia. Cuando deciden que no pueden estar más ahí, los mandan a la red de personas sin hogar, que acaba convirtiéndose en un cajón de sastre".
El servicio depende del Ayuntamiento de Madrid, pero está, en su mayoría, externalizado. El 90 % del personal del Samur Social (187 personas), es de una empresa privada (Grupo5) que, además, pertenece desde hace poco a un fondo de inversión. El 5 % restante (15 personas) son funcionarios municipales.
La solución para la saturación que viven en los centros no está necesariamente, según los trabajadores, en habilitar más plazas, que también son necesarias, sino en poder hacer un trabajo en condiciones. "Es una pescadilla que se muerde la cola". Si no hay personal, no se puede hacer una intervención en condiciones con las personas que están ocupando una plaza y sin esa intervención, las plazas no se liberan para otras personas que las necesitan. María asegura que para hacer una labor de seguimiento en condiciones necesitarían "por lo menos el doble" de trabajadores sociales. Ahora hay seis en el turno de mañana para hacer seguimiento a todos los casos que hay en Madrid. A eso hay que sumar las bajas, que en muchos casos no se cubren por falta de funcionarios, y las vacaciones. "No hay una respuesta ágil. No se puede hacer intervención con nadie. Lo único que hacemos ahora mismo es decir: 'venga, pues esta familia aquí, esta acá', sin tener en cuenta su situación emocional, cultural... Eso, que es lo que deberíamos hacer, está en un tercer o cuarto plano".
La falta de personal se suma a una falta de coordinación, comunicación y supervisión que acaba afectando al trabajo que realizan. Los trabajadores creen que la causa está, sobre todo, en la diferenciación que hay entre el personal de la empresa y los funcionarios del Ayuntamiento de Madrid. El problema es que entre ambos no hay coordinación suficiente. "No tenemos la misma fuente de información. Hay un teléfono escacharrado y si no recibimos la misma información, tampoco podemos hacer bien la intervención. Además, hace años que no tenemos reuniones de equipo todos juntos".
"Testigos de vulneraciones de derechos"
Aunque llevan años así, la situación ha empeorado, sobre todo desde verano con la llegada de solicitantes de asilo y la falta de respuesta del Ministerio de Interior. A la sede central del Samur, en la carrera de San Francisco, en La Latina, han llamado a la puerta decenas de familias, solicitantes de asilo, pidiendo un recurso de acogida. Debería proporcionárselo el Ministerio, pero como no es así, acuden al Samur Social. Y como los centros del Samur no tienen plazas, no pueden atender a estas familias. Ha habido días en los que han tenido que dormir acampados debajo de unas escaleras. Durante semanas ha habido 12 mujeres durmiendo en una sala, cada una en una butaca. "Se supone que es una sala de emergencia, para acoger a una persona una noche, pero pasan ahí días, semanas o incluso un mes, así que la emergencia se desvirtúa".
Ahora con la Campaña de Frío, que comenzó el 25 de noviembre, se han puesto más plazas a disposición (539). Pero aún así, el pasado lunes la parroquia de San Carlos Borromeo volvió a recibir a tres familias que no habían podido ser acogidas por el Samur Social.
Hace unas semanas la plantilla mandó un comunicado diciendo que estaban siendo "testigos de vulneraciones de derechos". "La situación ha llegado a tal punto en Madrid que desde hace meses estamos sufriendo con impotencia la incapacidad para atender a familias con menores, mujeres embarazadas, solicitantes de asilo o adultos solos, no facilitando ni la más mínima cobertura de sus necesidades básicas y quedando, por tanto, en situación de calle, en muchas ocasiones con menores, en algunos casos incluso lactantes".
Los trabajadores aseguran que está situación es así desde hace años, antes de que llegara el actual equipo de Gobierno. Ahora sigue pasando a pesar de que, en 2016, el Ayuntamiento aumentó de 10 a 18 el número de trabajadores social y de 12 a 18 los Equipos de Calle. También aumentaron de 10 a 13 las unidades móviles.
Sara Selva Ortiz
Redactora de la sección de Nacional. Antes trabajó en el equipo de Hoy por Hoy, en Economía, en Informativos...