Juanma y el riesgo de hacerse un Griñán

Juanma Moreno, dentro de la herencia recibida, ha ocupado el despacho que Griñán estableció en Málaga. Y el despacho debe estar en un estado impecable, ya que Griñán no le dio ningún uso. Seguro que bastaba una manita de Tenn o de Pronto, que cambia el polvo por brillo, y como el primer día… porque en definitiva es el primer día. Estaba a estrenar.

Este despacho es, en sí mismo, un símbolo del autismo de la administración andaluza con las provincias orientales, y en particular con Málaga. Griñán pareció entender la situación, pero, tras comprometerse a venir, la realidad es que nunca lo hizo. En fin, enésima decepción en este asunto que además avalaba a los profesionales del agravio.

Ahora Juanma Moreno sube la apuesta y anuncia que va a estar aquí una parte significativa de la semana: lunes y viernes. Eso significa dos de los cinco días laborables. Ahí es nada. Se trata de una gran apuesta, y, naturalmente, ahora queda por ver que cumpla. Si lo hace, habrá que quitarse el sombrero (o como decía Valle Inclám, a falta de sombrero, habrá que quitarse el cráneo ante él) porque significará si no un avance hacia una bicapitalidad, al menos sí a una descentralización simbólica.

Claro que, si no cumple, va a ser la caraba. Un presidente de Málaga que repita esa vieja historia sería la puntilla. Hay que confiar en que esto no suceda. La decisión de Moreno Bonilla es valiente, porque se coloca un listón alto, pero suscitar grandes ilusiones siempre conlleva el riesgo de provocar grandes desencantos. Si esto sólo durase la campaña, como operación electoralista, resultaría demoledor. De momento, mejor confiemos en él.