Tintes de campeón

El equipo de Simeone, siempre enchufado, salió al Calderón sin alma. Con una actitud contraria a la que le ha convertido en la sensación no ya de España, sino de Europa. El estadio y su gente eran los mismos. Una afición ilusionada con la opción de abrazar el liderato y que no escatima el apoyo a sus hombres. Sin embargo, estos no respondieron en el arranque y el Levante de Caparrós se hizo con el control del partido | Repasa las mejores estadísticas del partido.

Y más a partir de un gran gol en el primer minuto de partido. Cuando los jugadores colchoneros todavía se estaban atando las botas, Nikos puso un pase perfecto al hueco para Ivanschitz que, con un toque sutil, evitó la salida de Courtois. El Levante había golpeado antes incluso de anunciar su presencia. Una acción rápida y eficaz, que por inesperada, enfrió el ánimo del Manzanares y despertó a la zaga local.

Tres partidos seguidos llevaba el Atleti sin recibir gol en Liga. Tres que se pierden en el olvido tras un minuto de despiste, ironías del destino. La novedad era mayúscula, inédita hasta este partido. Los espectadores del Calderón todavía no habían visto empezar perdiendo a su equipo en la competición doméstica. El susto amarró los brazos y piernas de la bestia de Simeone y el Levante lo aprovechó para buscar la sentencia que doblegara al animal herido.

Courtois salvó entonces un gran zurdazo de Barral. Desde el banquillo rojiblanco el técnico argentino miraba a sus confidentes sin entender ni verse reflejado en lo que ocurría en el césped. En el centro del campo ni Gabi ni Tiago aparecían y arriba Costa se dispersaba arremetiendo contra los centrales levantinistas. Cuando el equipo valenciano estaba más cómodo empezó a dar por bueno el marcador. Un error cuando te has adelantado tan pronto. El partido se te puede hacer larguísimo, sobre todo si te encierras atrás.

No hubo más secreto. La ambición visitante, encomiable en el primer cuarto de hora, dejó paso a un conformismo que dio alas a la bestia dormida. El Atlético empezó a dominar el encuentro a partir del esférico, algo poco habitual en su estilo contragolpeador. Las jugadas finalizaban en banda con centros certeros a los delanteros. La defensa del Levante estaba sitiada, sin entender por qué ellos mismos habían provocado esta situación. Pero no apareció Costa ni Villa, el que empató el partido fue Godín. Su cabezazo no solo puso las tablas, también devolvió el espíritu contestatario, habitual de este conjunto.

El resto de sus compañeros no necesitaron más. Se lanzaron a por la portería de Keylor Navas como si no existiera la segunda parte. Costa y Villa perdonaron un par de buenas opciones, aunque Barral también tuvo la oportunidad de romper el entusiasmo creciente. Así se esfumó la primera parte de un partido de ida y vuelta.

En la reanudación el Atleti quiso demostrarse a sí mismo que el despiste del comienzo había sido ocasional. Y lo ratificó devolviendo la jugada a su rival con un gol nada más pisar el terreno de juego. Falta botada por Gabi que Diego Costa empala a las mallas sin dejarla caer. El balón ya le puede llegar a la diestra, a la zurda -como en esta ocasión-, en carrera, de rechazo, o de cualquiera manera imaginable. Diego Costa está en un estado de forma que solo sus 19 goles en liga -dos este sábado- pueden describir.

Difícil de creer, pero el Atlético no aprendió de la lección que el Levante había recibido minutos antes. Los rojiblancos se relajaron. Siguieron llegando pero no con el mismo interés asesino. Y el fútbol siempre deja espacio al sobresalto, es una de sus virtudes más bonitas. Pedro Ríos, en una excepcional cabalgada individual, volvió a igualar el resultado. El Atlético de Madrid recibía una nueva bofetada. Con un punto se lograba el objetivo de liderar la clasificación, pero las formas no eran las mismas.

Entonces sí. Los jugadores que tantas veces han demostrado su raza, se volcaron ya sin miedo. Sin dar por válido el empate, todo a cara o cruz. El premio llegó por la banda de Juanfran. El jugador que seguramente mereció más dormir como líder de Primera División. Una internada suya fue bloqueada por un tonto penalti de Rubén García. Diego Costa se ecanrgó de transformar la pena máxima con más incertidumbre que talento, pero aún así el gol disparó la adrenalina del Calderón.

La victoria llegó entre un par de ocasiones claras de Navarro y Pedro Ríos que también quisieron sumarse a la fiesta, solo aguada por la expulsión de Juanfran tras una supuesta agresión. Pero ya nada podía arrebatar el liderato y la emoción al Atleti. Los goles y la intención la pusieron los hombres de Simeone, en el día que también les acompaño la suerte. La misma que arropa a los ganadores cuando se acuestan dominando desde lo alto de la tabla. Una victoria, sí, a duras penas, pero que no hace más que confirmar sus tintes de campeón.

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