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Gran Ruta del Okavango

Gran Ruta del OkavangoANA MANSERGAS

Querido viajero aventurero,

Sigo recordando mis vivencias, experiencias y sensaciones y hoy sobre todo me vienen a la cabeza las tribus que he conocido en Namibia. Me generan una sensación especial. Cuando me siento frente a ellos, más me doy cuenta que hay tantas maneras de vivir y entender la vida que pretender acabar con ellas o intentar entrar en sus espacios para trasladar, imponer, nuestra manera de vivir, la que estamos acostumbrados y en la que hemos crecido, es equivocarnos, cerrarnos muchas puertas y hacer el mundo más aburrido y gris. Podría ser una nueva manera de colonizar, un debate que no viene al caso ahora pero que me preocupa bastante. Cuánto más viajo, más cuenta me doy que en la heterogeneidad y en la diversidad está la riqueza. Ya me pasó en Etiopía cuando estuve visitando a las tribus en el Omo Valley y me ha vuelto a pasar ahora cuando de camino al norte de Namibia cruzamos un poblado Herero de la árida y paramos a visitarlos.

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Los Herero proceden del gran rift del este de África y llegaron a y Namibia en el siglo XVI. Hoy viven sobre todo en el norte del país. Son ganaderos y agricultores y tras enfrentarse a los locales cuando llegaron al país provocaron una de las primeras guerras coloniales contra los alemanes por quedarse con las mejores tierras ricas en diamantes y minerales. En 1904 los soldados alemanes ganaron la batalla de Waterberg y se convirtió en un genocidio que finalizó con el 80% de la población Herero. Son una tribu muy curiosa y fácilmente identificable sobre todo por la vestimenta de las mujeres. Visten de época, su vestuario no ha cambiado desde el siglo XVI cuando los misioneros alemanes les obligaron a vestirse al estilo victoriano. Son vestidos muy señoriales, con muchos colores y los sombreros imitan los cuernos de una vaca, animal muy preciado por ellos tanto por ser fuente de riqueza económica importante como por ser parte integral de sus creencias. Es muy curioso verlas caminar tan elegantes por las ciudades y por sus poblados, algunos tan pobres.

En la Gran Ruta del Okavango, Kananga Viajes se preocupa para que los viajeros tengan contacto con las tribus de los países que visitan, es uno de los valores añadidos y una de las visitas que más impacta e interesa a los viajeros. Nosotros paramos a visitar una familia Herrera que vivía en medio de la nada. Unas 5 chabolas hechas de excrementos de animales y madera formaban este mini poblado donde vivían todos juntos y dormían en chabolas separadas. Tenían el ganado viviendo con ellos y cercaban la zona por el riesgo de ataque de los leones. Las casas solo tiene un espacio donde cabe una cama grande, y otra pequeña para los niños.

En la misma zona, hacia el norte de Namibia, casi frontera con Angola, donde están ubicadas las cataratas Epupa, es donde hemos podido ver a los descendientes de los auténticos habitantes que en su día tuvo este país, los descendientes de las tribus. Es muy complicado hacerse uno a la idea de que estás en África cuando en las ciudades la gran mayoría son blancos y todo lo que ello implica. Aquí también tuvimos la oportunidad de conocer a los himbas. Otra de las tribus más importantes de Namibia de los que ya estuve hablando hace un par de semanas en la carta "Oasis Epupa".

Los días de descanso en Epupa fueron maravillosos. Una burbuja estupenda para descansar, reposar y recuperar un poco las energías. Y seguimos la ruta hacia el Parque Nacional de Etosha. El parque, declarado Parque Nacional en 1907, está en el norte de Namibia, tiene una superficie de unos 22 mil kilómetros cuadrados y es uno de los mayores del continente y que mejor visión tiene para observar animales porque no tiene mucha vegetación, es una gran planicie seca y salada. Y la mayor parte de animales se concentrar en los waterholes (charcas o pozas de agua) donde se concentran los animales y podemos observar escenas de su vida en estado natural. El mayor espectáculo nos esperaba por la noche. Y es que a la charca del camping donde dormíamos llegaron al atardecer una manda de jirafas que bebían agua mientras un elefante buceaba y se bañaba en sus aguas. Más tarde llegó una manada de elefantes que nos dejó a todos sin palabras. Tuvimos la oportunidad de verles en sus escenas cotidianas frente a la charca. Parecía que siguieran un guion, parecía que estábamos viendo una película. Una película que terminaría con dos leones que llegaron a beber con el mismo silencio con el que se fueron, un silencio que rompieron con unos rugidos que me impactaron. Desde entonces puedo decir que encanta el rugir del león.

A la mañana siguiente empezamos el día del Safari en Etosha viendo leones. Recién salidos del campamento sobre las 7 de la mañana, después de ir a la charca del camping donde dormimos, Okaukuejo, una de las charcas más bonitas del Parque, vemos dos leones y una leona caminando en busca de presa. Una emoción que nos invade a todos sin saber qué minutos más tarde veremos una estampa digna de National Geographic, el león de melena larga sentado en otra charca del PN, tranquilo y dejando constancia de que sólo él es el rey de la selva. A su alrededor y sin acercarse demasiado pero sin perderle de vista, el resto de animales como kudus, impalas, ñus y alguno más. La estampa preciosa. Seguimos la ruta hacia Halali donde parábamos a comer algo rápido y donde, por cierto, me bañe en la piscina para calmar el calor sofocante del día; de camino la manada más grande de leones que esperábamos ver, 13 leones y leonas observando el horizonte. Se trata de uno de los animales, junto al leopardo, más deseado por los safaristas y Etosha nos ha tratado demasiado bien. De hecho casi ni prestamos atención a los últimos leones que vimos a lo lejos, bajo la sombra de un árbol reposando la digestión de la cebra que se habían comido y cuyos restos podíamos ver al lado. Vimos manadas enormes de elefantes, todo tipo de antílopes y jirafas, uno de mis animales preferidos por la elegancia y distinción que emana entre todo el resto de animales.

Estuvimos 12 horas en el camión pero mereció la pena poder ver todos los animales que vimos, esos paisajes de Etosha Pan (una especie de salar en mitad del parque) que por un efecto óptico parece que estés haciendo un Safari al lado del mar, el reflejo verde que provoca es exactamente el color del mar. En todo el día recorrimos la "costa" de Etosha Pan parando en las charcas o Waterhole como Salvadora donde llegan los animales a beber y puedes disfrutar de una auténtica variedad de animales, una "ensaladilla rusa de animales" como vimos en la charca del camping donde dormimos en Okaukeujo. Una maravilla ver cómo van llegando todo tipo de animales y se organizan para beber en manadas y según la jerarquía que van estableciendo. Menos el leopardo, tan difícil de encontrar, hemos visto todos los animales que podíamos observar en este Parque, santuario de la naturaleza por excelencia, leones, elefantes, cebras, jirafas, hienas, y 3 rinocerontes negros, típicos de esta zona.

El viaje hasta Tsumkwe, donde iríamos a visitar a los bosquimanos, otra tribu africana, quizá la más autoritaria y que ya conocí en Botswana en la Ruta Río Perdido de Kananga Viajes. En esta ocasión visitamos el poblado, nos enseñaron las Cabañas, las plantas que usan, las raíces que comen y cómo hacen fuego. El paseo era lindo y con una luz especial.

La comunidad que vistamos es una de las últimas y tradicionales comunidades bosquimanas de Namibia, últimos representantes de una cultura casi extinta. Se les conoce como familias San, y con una de ellas fue con la que dimos un paseo por los alrededores para conocer todas sus tradiciones, artes de caza, medicina tradicional y recolección de alimentos y conocer directamente los orígenes de la humanidad. Los bosquimanos es un antiguo pueblo cazador recolector nómada, viajaban enrulas familiares sin jerarquía y sin fronteras, respetando el ritmo de la naturaleza y dejando como huellas de paso las pinturas y grabados rupestres en África austral. Los bantúes primero y luego los colonizadores europeos fueron exterminando a estas tribus que terminaron teniendo que abandonar los territorios fértiles y vivir en zonas áridas y extremas. Hoy en día los San llevan vidas sedentarias, algunos viven en ciudades y pueblos, y han tenido que modificar sus estilos de vidas tradicionales. Es muy curioso verles bailar sus danzas tradicionales y ver cómo hablan en su propio dialecto compuesto en parte por los famosos chasquidos, ellos utilizan 7 chasquidos que integran con palabras.

Así nos despedimos de Namibia, un maravilloso, sorprendente y desconocido país que bien vale la pena no perderse. Nuestro siguiente destino Botswana.

La frontera es digna de fotografiarla, me recordaba a la frontera que crucé cuando en Chile pasaba del desierto de Atacama a Bolivia en dirección del Salar de Uyuni. La aduana se reduce a un cuartucho en medio de la nada donde los militares y policías controlan el paso, sin barreras ni vallas de ningún tipo. Nada más cruzar la frontera, las arenas del Kalahari comienzan a invadir las carreteras. El paisaje es más verde, y las carreteras son arena casi blanca. Estábamos entrando en el Delta del Okavango.

Hasta la semana que viene...

Ana Mansergas

Redactora de Radio Valencia Cadena SER

 
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