Libertad sí, fanatismo no

No hace muchos días, en uno de esos informes globales del nuevo año, la amenaza del Estado Islámico aparecía señalada como una de las grandes preocupaciones para este 2015. Hoy no he podido evitar acordarme de ese análisis cuando se ha conocido el atentado contra el semanario satírico francés, Charlie Hebdó. Y la verdad, no sé si hacemos bien buscando explicaciones en París que sean distintas para entender lo que pasa en Irak, o en Siria, o en Mali….o en cualquier lugar donde el fanatismo se convierte en terrorismo.

Aún recuerdo todo el debate que rodeó la publicación de las famosas caricaturas de Mahoma, con asaltos a embajadas incluidos, toda la discusión que hubo sobre si debía primar el respeto a las creencias religiosas por encima de la libertad de expresión; que si ofender no era bueno, que mejor frenarse un poco en aras de la convivencia. Había miedo entonces y lo sigue habiendo ahora, aún más después de la masacre. Y sin embargo, entonces y ahora, todo debería estar muy claro…al menos sobre el papel: las caricaturas no tienen la culpa de nada, ni los chistes, ni el último libro de Houllebecq que pronostica una Francia islamista para el 2022. No, no equivoquemos la receta: el camino no es mutilar libertades sino combatir el fanatismo, el odio irracional, el oscurantismo y la ignorancia. Europa, con todos sus defectos, representa el éxito de esta fórmula. Y así debería seguir….a pesar de todo.

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