Lo segundo es preguntar las causas
Anoche ya se anunció la recuperación de una de las cajas negras, así que es de suponer que hoy mismo será posible conocer una explicación aproximada del siniestro
Lo segundo es preguntar las causas
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Madrid
Cuando se produce un accidente aéreo como el registrado ayer en Francia, lo primero es proporcionar apoyo, en lo posible, a los familiares y amigos de las víctimas, pero lo segundo es preguntarse cuál ha sido la causa. El avión que se estrelló ayer volaba a su velocidad de crucero y a 11.000 metros de altura cuando empezó a descender de la misma forma en que se haría para aproximarse a un aeropuerto, es decir de una manera totalmente inapropiada cuando se vuela por encima de los Alpes. Según las autoridades francesas, el avión no activó el sistema de alarma ni respondió a las llamadas de los controladores. Anoche ya se anunció la recuperación de una de las cajas negras, así que es de suponer que hoy mismo será posible conocer una explicación aproximada del siniestro.
Todas las víctimas producen consternación, pero quizás provoque una especial conmoción la muerte de un grupo de jóvenes estudiantes, adolescentes alemanes que acaban de pasar unos días en intercambio escolar en un pueblo catalán. El duelo por la muerte de los hijos es el más antinatural, una idea que parece ir contra el orden lógico de las cosas, hasta el extremo que prácticamente todas las lenguas del mundo tiene una palabra para nombrar al hijo que ha perdido a sus padres, huérfano, pero ninguna ha pensado nunca en cómo designar al padre o la madre que ve morir a su hijo. Solo cabe desearles que encuentren algo de consuelo en el afecto de todos.
Soledad Gallego-Díaz
Es periodista, exdirectora del periódico 'EL PAÍS'. Actualmente firma columnas en este diario y publica...