El socialismo sin esfuerzo de Pedro Sánchez
Todo el repertorio de Sánchez parece pensado para el aprendizaje del socialismo ingenuo
El socialismo sin esfuerzo de Pedro Sánchez
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Madrid
Pedro Sánchez parece que siempre estuvo ahí, pero llegó de súbito, como el señor del inglés con mil palabras. El candidato Sánchez es al socialismo lo que el método Assimil a los idiomas.“Yo no soy ningún radical que ponga en cuestión la creencia de nadie”, exclama y hasta un iletrado podría analizar la oración porque cada una de sus piezas ocupa el lugar que debe. ¿Que no dice nada?, de acuerdo. Tampoco yo digo nada cuando proclamo que my taylor is rich, pero me da la posibilidad de mantener una charla sobre sastres, y quizá sobre la lucha de clases, pues si el mío es rico quizá el de usted sea pobre y de ese choque salga una concepción del mundo.
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Pedro Sánchez imparte clases del nivel uno de conversación. Escuchémosle: “Honestamente, y se lo digo humildemente, lo que menos importa es mi futuro”. He ahí de nuevo una pulcritud gramatical apenas empañada por los dos adverbios terminados en mente cuya rima daña un poco el oído, sí, pero ¿acaso el inglés de aeropuerto se parece al de Shakespeare? No. De otro lado, por un puro milagro semántico, esta frase, repitámosla, “honestamente, y se lo digo humildemente, lo que menos importa es mi futuro”, está cargada de contenido, pues en efecto su futuro nos importa un carajo.
Todo el repertorio de Sánchez parece pensado para el aprendizaje del socialismo ingenuo. Veamos un ejemplo sublime: “Ser socialista es no olvidar nunca que la suerte del enfermo depende del sano, que la del empleado del desempleado, la del mayor del joven”. El juego de contrarios (enfermo/sano; empleado/desempleado; mayor/joven) está al servicio de un vocabulario esencial que de este modo entra sin sentir. El socialismo sin esfuerzo, en fin, la cocina fácil, la carpintería al alcance de todos. Lástima que su futuro sea tan dudoso como su pretérito.