Encajonado, presionado y vigilado

Madrid

Pedro Sánchez sostiene que va a seguir intentando alcanzar un acuerdo de investidura y ya se verá si de gobierno con Ciudadanos o Podemos, por ese orden. Forzado por las voces con más repercusión de su partido, ha terminado asumiendo que Pablo Iglesias humilló al PSOE. Su intento de resolver la ensoberbecida comparecencia del líder de Podemos por el camino de la ironía ha resultado fallida.

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Pero lo cierto es que a Sánchez lo han encajonado y le han tapado las salidas. Se ha cerrado cualquier solución por la derecha respecto al PP: votaría no con Rajoy o sin Rajoy, aunque eso era antes del episodio del presidente a la fuga; muy limitado por el comité federal respecto a Podemos, que parece más interesado en reventar al PSOE que en un pacto real; condicionado por los referentes históricos del partido claramente en contra de ese pacto; vigilado y advertido por los barones con más poder real. Y encima recogiendo noes de los restos del naufragio de Convergencia y de ERC pese a haberles facilitado el grupo del Senado, independentistas con los que el Comité Federal tampoco quiere que negocie pero cuya abstención necesitaría. Un camino demasiado empinado para llegar, en el caso de llegar, al volcán en erupción que sería un posible gobierno con la izquierda podemita, que aspira a quedarse el sitio y los votos del PSOE

El de Pedro Sánchez no parece el plan ideal para un relajado fin de semana. Sin embargo, hay otros elementos: tanto el obSERvatorio de la SER de hoy como la encuesta de El País de ayer de Metroscopia reflejan que la mayoría de votantes del Psoe y una mayoría más amplia aún de Podemos aplaude un pacto de izquierdas. Es un dato. Pero la mera descripción de los hechos produce vértigo.