El viacrucis de Rajoy
En el PP reconocen que la reunión con Pedro Sánchez va a ser "un mal trago", el primero de muchos en estos días en los que su papel quedará relegado a un segundo plano. Los populares saben que viene por delante un periodo muy complicado. Rajoy hará actos de partido para explicar su posición, tener algo de visibilidad y amortiguar el malestar en sus filas
Madrid
Un mes o el tiempo que le lleven a Pedro Sánchez las negociaciones. Eso puede durar el viacrucis de Mariano Rajoy, cruzando los dedos para que en el desenlace no vaya más allá. En el Partido Popular saben que viene por delante una etapa muy difícil. "Será una agonía", reconocen muchos cargos conservadores. La mayoría teme, sobre todo, la reunión con el líder socialista. "El presidente en funciones tendrá que tragarse su orgullo, al ser recibido por la persona a la que el rey encargó formar Gobierno. Y, encima, acudirá para que Sánchez le diga que no quiere saber nada de él. Va a ser un mal trago", señala un diputado.
En las filas populares también temen la sesión de investidura, aunque no salga adelante el pacto del líder del PSOE. Ya sólo la escena se les hace cuesta arriba. Ver cómo Sánchez toma la palabra y desempeña el papel que le habría correspondido hacer a su jefe. Para los suyos este es otro momento muy incómodo. Además, él tendrá que intervenir porque si no le acusarían de "ocultarse". "Todo un papelón", reconocen en Génova.
Pero habrá más casos en los que los dirigentes del PP sufran. Por ejemplo, cuando Rajoy acuda al próximo Consejo Europeo de Bruselas, los días 18 y 19 de febrero. Entonces todos le preguntarán si se ha despejado ya el panorama político y él ni siquiera podrá asegurar si volverá en el futuro. Además, con motivo de esta cita ya se han empezado a detectar algunos problemas que, en este impasse, se pueden repetir. Antes de ir a Bruselas, el PP se va a ver obligado a consensuar una posición común con el resto de partidos. Y el jueves, Sánchez exigió a Rajoy que acordara con él cualquier respuesta a los independentistas de Cataluña. "¡Sólo nos falta tener que rendirle pleitesía al señor! ¡No tenemos por qué consultar, ni pedirle permiso!”, comentan bastante molestos los dirigentes populares.
En la dirección nacional del PP reconocen que es un periodo muy complicado para ellos. Cuando el viernes 22 de enero Rajoy declinó la oferta del monarca, en su partido fueron muchos los que no lo comprendieron. Pero en Génova aseguran que sus cargos aceptaron las explicaciones que se dieron. "No se podía dejar humillar por todos los grupos parlamentarios. Además habrían utilizado la corrupción contra él y le habrían machacado", cuenta un miembro del Comité de Dirección. "Habría sido como una moción de censura", añade un dirigente territorial.
Se sopesó mucho qué hacer. Rajoy no quería someterse a esa prueba y la comparecencia de Podemos, pidiendo sillones en el Gobierno, fue la excusa perfecta. En la balanza se impuso la retirada, -con el consiguiente cuestionamiento interno-, o quedarse "inhabilitado" de por vida. En la Moncloa, la decisión fue clara.
Pero hubo una segunda ronda y la imagen se repitió. Y esta vez, tal y como reconocen fuentes de la cúpula, la situación fue más dura porque tras comparecer un Rajoy abatido, salió un Sánchez triunfal. Algo que cuesta digerir en el PP. Donde cundió la sensación de que automáticamente pasaban a la oposición. Aunque sus colaboradores insisten en que eso no ocurrirá porque sólo se afrontó "un mal día" para que, a cambio, vengan otros mejores. Saben que la jugada de su líder es muy arriesgada pero confían en que, al final, saldrá bien y todo el mundo alabe su gestión. Pero, mientras tanto, debe afrontar esta travesía y con el partido de los nervios.
Por eso, Rajoy asistirá a varios actos del PP, como en campaña. Primero, para no quedar eclipsado. Y, segundo, para calmar las aguas internas. Además, hará mucho trabajo de campo a nivel local. En el Comité de Dirección creen que lo mejor es llegar al sustrato del partido para que cale bien el mensaje. No quieren que sus cargos y militantes estén agobiados y deprimidos pensando en cómo se va a resolver todo esto. Así que lo mejor es que su dios baje a tierra y se lo explique, pendientes de ver si el PP, al final, resucita.