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OPINIÓN

Hipocresía nutricional

La alimentación debe ser correcta, sobre todo, desde que somos pequeños. / GETTY

Madrid

Los datos que cada día nos ponen encima de la mesa diferentes estudios son elocuentes: cada vez hay más obesidad y sobrepeso entre la población adulta. Pero también entre los jóvenes y, lo que es peor, entre los niños. Y dicen los expertos que una obesidad o sobrepeso en los primeros años es tener muchas papeletas para serlo de mayor. La propia Organización Mundial de la Salud augura que en poco más de una década el problema de salud por el sobrepeso y la obesidad será muy grave. Ya lo es.

Y continuamente escuchamos teorías (¿o justificaciones?) que apuntan a la vida sedentaria, el abuso de las comidas rápidas, las comidas procesadas, los snacks, las bebidas azucaradas, la cultura de las hamburguesas o las pizzas, el alejamiento de la comida mediterránea, la ausencia de ejercicio… Vale.

Pero quizá hay mucho más detrás que, curiosamente, se saca (¿interesadamente?) del debate. Por ejemplo, quién traza las líneas maestras de unas políticas que busquen de verdad la raíz del problema. ¿De verdad las trazan únicamente los profesionales de la salud y la nutrición?¿O tiene mucho que ver en todas esas políticas la poderosa industria alimentaria? Y más cosas: ¿Está siendo positiva la colaboración de las administraciones sanitarias de nuestro país con la industria alimentaria como la famosa estrategia NAOS para aminorar el problema en nuestro país? Me remito a las cifras de obseidad y sobrepeso, que siguen subiendo…

Y ahí es donde veo una gran hipocresía en el planteamiento del problema y en la búsqueda de soluciones. Nos venden “colaboración” con las empresas, que no dudo que haya conseguido rebajar el nivel azúcar y sal de algunos productos, por ejemplo, pero es que hablamos de las mismas empresas que nos colocan en la estanterías refrescos con altos índices de azúcar, por mucho que se hayan esforzado en reducirlos en los últimos años; son las mismas que tienen las estanterlos componentes de no pocos productos dirigidos a los pequeños. Y no tan pequeños. dernos, stanter y PAOS para aminorar este proías repletas de galletas y todo tipo de bollería para los desayunos con altos índices de azúcares y hasta grasas poco saludables, incluso con el respaldo de algunos colectivos médicos, con los pediatras. En las estanterías también tenemos los cacareados cereales que, lejos de ser el desayuno ideal, en no pocos casos son otra fuente importante de esos azúcares que los médicos quieren erradicar de las dietas. Y no hablemos del descontrol de las grasas poco saludables que inundan, escondidas, por supuesto, muchos productos dirigidos a los pequeños y no tan pequeños. Naturalmente, ahí están también los “engaños” a través de recursos del marketing para vender lo supuestamente saludable detrás de términos como light, 0´0, “sin azúcar” o simples colores y personajes para atraer a consumidores que no miran la composición de los productos…

Yo creo que la industria alimentaria puede ayudar mucho para acabar con este grave problema de salud. Necesitamos saber mucho más de alimentación, de qué hay detrás de muchos hábitos alimentarios, de muchos productos, de cómo comer mejor, y ahí juega un papel fundamental la industria alimentaria. Pero, sobre todo, no poniendo en las estanterías muchos productos claramente insanos que podrían ser de otra manera. Y dejando todo en manos de los profesionales médicos, sin condicionar sus políticas de actuación, sus consejos, sus mensajes…

Lo digo porque, a mi modesto modo de ver, hay demasiado “colaboración” entre la industria alimentaria y la médica que puede levantar sospechas. Siempre la ha habido con la industria farmacéutica, y ya lleva muchos años instalada también en la mesa. Pregunto: ¿Unos profesionales médicos van a concluir que determinados consumos de zumos envasados no son buenos si el estudio los paga la industria del sector?¿Van a desaconsejar determinados tipos de galletas en el desayuno de los niños quienes se financian de importantes fabricantes de galletas?¿Las autoridades sanitarias hacen todo lo posible para que se rebajen los niveles de azúcar o grasas “malas” en muchos productos si los que “propician” estudios, investigaciones, encuentros, congresos etc son las propias industrias? Ya se que los médicos no aconsejan consumir nada insano, pero ¿en algunos casos deberían decir “NO COMAS ESTO”?

Yo veo un clarísimo conflicto de intereses. Las autoridades sanitarias tienen unos intereses, los consumidores otras y, lógicamente, las industrias alimentarias tienen los suyos. Trabajar conjuntamente está bien, pero ir tanto de la mano, levanta suspicacias…

 
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