Un comportamiento impropio

Madrid

Aleluya, sí, porque hoy se ha acabado con una anomalía que se prolongaba más allá de lo permisible.  Aleluya porque el candidato del PP por fin ha decidido liberar del cautiverio al que venía sometiendo al gobierno y al Congreso.  Aleluya, en definitiva, porque a partir de ahora Rajoy se pondrá a trabajar con la premura del tiempo, porque desde hoy se lo tienen que tomar en serio, que es la mejor forma de tomarnos en serio.

El debate de investidura se celebrará el 30 y el 31 de agosto. La fecha la ha anunciado esta tarde la presidenta del Congreso que durante semanas ha esperado, en un comportamiento impropio, a que el candidato propuesto por el Rey decidiera cumplir con su obligación.

Rajoy hizo del tiempo su estrategia y la estrategia ha sido una pérdida de tiempo, de nuestro tiempo, y ese no les pertenecía.

Pero, ¿de qué le ha servido a Mariano Rajoy dilatar los plazos, detener el tiempo, huir en la anterior legislatura y amenazar con hacerlo en la actual? ¿Qué réditos saca, de qué va a poder presumir ante los suyos y sus votantes?

Mariano Rajoy se ha visto forzado a aceptar las condiciones impuestas por el cuarto partido del Congreso.  Una fuerza política con 32 diputados ha terminado por imponer un relato en forma de condiciones para un pacto que señala al PP como un partido turbio, que se financia ilegalmente, que se resiste a depurar a los corruptos y que prefiere aferrarse a los privilegios del aforamiento. Rajoy se ha visto obligado a negociar y pactar con quien le despreció en público, con quien ha señalado al PP como uno de los responsables de la degeneración de la democracia.

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Pero además Rajoy ha tenido que tragarse también el sapo de la investidura.  El presidente del gobierno en funciones se presentará a un debate del que es más que probable que salga magullado y que, si nada cambia, perderá.

Rajoy hizo del tiempo su estrategia y la estrategia ha sido una pérdida de tiempo, de nuestro tiempo, y ese no les pertenecía.

Si la investidura fracasa, si Rajoy no es capaz de sumar los votos o las abstenciones que necesita, y si no hay otra opción viable, los españoles volveremos a votar el 25 de diciembre. El día es lo de menos, cualquiera debería ser bueno para ir a votar, que no se engañen.  El problema los políticos no lo tendrán con la fecha, el problema lo tendrán con los votantes.