El regreso: todo sigue igual… ¿O no?

Madrid

Salvo que hayas controlado muy mucho la tarjeta de crédito, no tengas niños en edad escolar…Que algunos cometerán el gran ¿error? de recurrir a subirla a través de los “créditos rápidos”. Que ahí siguen los mismos “trucos” y trampas veraniegas de algunos hoteles, restaurantes, áreas de servicio, gasolineras: haciendo caja fácil con los “no está incluido”, los establecimientos que no estaban junto a la playa como nos dijeron, que las vistas eran únicamente para unos privilegiados y pagando, o cobrar por los cubiertos, por el pan, por los aperitivos que has pedido, los errores en las facturas, o las clásicas subidas de los combustibles en ciertos días clave de trasiego de coches… - en las semanas de más tráfico humano deseoso de todo menos de líos… Sin olvidar los retrasos aéreos que marcan la habitual falta de respeto de algunas compañías con sus clientes: hacen la trastada pero luego, ni disculpas.

Tampoco ha cambiado, claro, la suciedad de no pocas playas por culpa de los que no saben de la existencia de las papeleras, para los que no hay no excusa aunque no las hubiera. Demasiada porquería enterrada en la arena y dispersa en las zonas de excursionistas. Son guarros y punto. Hasta Greenpeace acaba de presentar un informe con los serios problemas que el “mar de plásticos” de los usuarios supone para la pesca.

Y ahí siguen los eternos problemas de cada comienzo escolar, como los libros y su durabilidad y usabilidad, y los uniformes, y el material escolar y sus precios. Y el negocio de ciertos centros que saben sacar tajada de la situación, y los silencios hasta comprensibles de los padres…

Todo más o menos lo mismo, con “novedades” que nos hacen sospechar si tanto “avance” en algunas cosas, como las tecnologías y otras, son fruto de la investigación, el desarrollo, el I+D o, simplemente, la búsqueda de nuevas vías de negocio. A costa de nuestros bolsillos, claro. Por ejemplo, el adiós desde el 1 de septiembre, el jueves, a los halógenos, que dejan de fabricarse ya y de comercializarse en 2108. Todo apunta a que ahora nos deberemos inclinar por las LED, que gastan mucha menos luz y duran mucho más, es verdad, pero que cuestan más y tienen otros “peros” no insignificantes: muchos expertos aseguran que son más perjudiciales para el medio ambiente “por la cantidad de materiales que se usan en su fabricación”, como apunta OCU.

En cualquier caso, ¿no tenéis la sensación que hay demasiados cambios en poco tiempo que nos afectan a nuestros bolsillos? Cambios de legislaciones y puramente técnicos en las calderas, los ascensores, los ordenadores, los móviles o los vehículos que nos llevan a irremediables cambios en plazos muy cortos de vida? ¿Cambios exentos de interés?

Memos mal que los consumidores cada vez denunciamos más los “atropellos” por la vías tradicionales y, sobre todo, las más modernas, como las redes sociales, y también reclamamos más a la vuelta de las vacaciones, incluso durante las mismas; que los padres “aprietan” a las autoridades educativas por la “vuelta al cole”… Que un montón de emprendedores también aceleran en aspectos que cambian cosas en nuestro beneficio: como la llegada de muchas apps que nos hacen la vida más sencilla y agradable a los usuarios, que nos permitan, por ejemplo, saber más, comparar mejor, aunque incómoda para ciertos colectivos empresariales que se sienten más “vigilados”; o la nueva movilidad urbana y no urbana, donde los nuevos modelos, de los que hemos hablado el domingo último en Ser Consumidor con muchos expertos y empresas y colectivos, comienza a abrirse camino firme con la complicidad de los muchos usuarios que si saben que el cambio es posible. Y necesario. Como en tantas otras cosas, en nuestra mano - la de los consumidores - está…