Un mínimo sosiego

Madrid

Confiar el rescate del Partido Socialista a sus más antiguos dirigentes debe tener algunas ventajas, pero desde luego, tiene grandes peligros. Ayer, por ejemplo, el ex presidente de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, salió en defensa de la representatividad en política, y de la negativa a consultar a los militantes, diciendo que si él llega a saber que su partido iba a predicar la vía asamblearia, hubiera militado, no en el PSOE sino en el Partido Comunista.

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Que se sepa los comunistas no se han caracterizado nunca por preguntar a sus bases y si alguien las ha consultado en bastantes ocasiones han sido, precisamente, los socialdemócratas. Sin ir más lejos, lo han hecho hace muy poco los laboristas británicos y hace un par de años, sus compañeros alemanes. En fin, Rodríguez Ibarra terminó de dar argumentos en contra de la consulta a los militantes explicando que las primarias para la elección directa del secretario general del PSOE no tienen nada que ver con la cultura socialista y que fueron un invento de Eduardo Madina para quitarse de encima la presión de Susana Diaz. Qué cosas.

Lograr que los socialistas lleguen a la votación de investidura con un mínimo de calma va ser un trabajo casi imposible. Y sin embargo, sería muy necesario, porque necesitarán algo de sosiego para absorber sin represalias los votos negativos que indudablemente va a haber en sus filas. En torno a 15 diputados valoran en estos momentos rechazar la abstención.