Lo normal
En un contexto de anormalidad tan radical como el propiciado por la gestora, es ridículo invocar la normalidad para defender cualquier postura
La Columna de Almudena Grandes: 'Lo normal'
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Madrid
Los abstencionistas del PSOE declaran que no es normal participar en un debate para incumplir las medidas acordadas en él. Me pregunto si les parecerá normal que un secretario general elegido en un congreso, por primarias, sea reemplazado antes de que, en otro congreso, se elija a su sucesor también por primarias. Seguro que la respuesta es no, porque están dispuestos a cualquier cosa, incluso a romper con el PSC, con tal de evitar que el no de Sánchez a Rajoy le convierta en protagonista de la investidura de su enemigo.
Como no creo que se atrevan a pedirle a Fernández Díaz que mande a la policía a su casa, no se me ocurre ninguna forma de impedirlo. Pero creo que en un contexto de anormalidad tan radical como el propiciado por la gestora, es ridículo invocar la normalidad para defender cualquier postura. El dicionario de la Real Academia define el adjetivo normal como propio de algo de que halla en su estado natural, que sirve de norma o que se ajusta a ciertas reglas fijadas de antemano. En cualquiera de estas tres acepciones, que el PSOE haga presidente a Rajoy a cambio de nada no es normal.
Que la rebeldía de los diputados catalanes sea más grave que la de los demás, tampoco. Y que la gestora escoja el autoritarismo y las sanciones frente a la flexibilidad y la concordia, mucho menos. Aunque, para anormalidad, la mía. Les confieso que estoy deseando que Rajoy sea presidente de una vez para se vuelva a hablar de la Gürtel, de Bankia, de Luis Bárcenas, del exministro Soria, de la Púnica.
No sé si a Javier Fernández le parecerá normal mi posición.