Desarrollan en cárceles un tratamiento para evitar que los violadores reincidan

Madrid

En España, el análisis específico de los delincuentes sexuales y la aplicación de programas con ellos se iniciaron en Cataluña en 1996. Desde entonces, distintos centros penitenciarios han desarrollado el tratamiento del programa SAC (Programa de Control de la Agresión Sexual). Un tratamiento pionero para reclusos con penas por delitos sexuales. Además, en Cataluña se ha impulsado desde hace dos años, otro programa, el Proyecto Círculos, pionero en Canadá, para evitar que los violadores reincidan.

“El programa de tratamiento en su modalidad más intensiva dura 6 meses, pero luego hay un profesional que hace un seguimiento de la situación” explica Carles Soler, subdirector de Programas de Rehabilitación de Servicios Penitenciarios de la Generalitat.

Desde el año en el que empezaron a trabajar con este método han buscado maneras de complementar el trabajo y la eficacia. Soler reconoce que “el 100% de éxito es imposible” pero que “el 94% consigue reinsertarse en la sociedad”.

En el caso de Tomás Pardo “es difícil saber con detalle lo que ha pasado”. Pardo había empezado a gozar de permisos desde 2014, una vez cumplidos los 12 años de los 20 a los que había sido condenado por violar a otra mujer en 2002. Además los informes apuntaban a una mejoría y reinserción en la sociedad. Para Soler que haya vuelto actuar de la misma manera puede ser por dos motivos, “que hubiera ocultado información o que se hubiesen dado situaciones inesperadas en su entorno”.

Soler ha explicado que hay factores que ayudan a identificar los casos de no reinserción: “Si una persona empieza de muy joven no suele cambiar su circunstancia” son casos que se denominan ‘factor de riesgo estático’. Los casos en los que “hay un abuso del alcohol o un control de las emociones” son los que se tratan con programas como el SAC. Pero existen algunas circunstancias, como una gran discusión familiar, que “no se puede controlar y puede ser detonante” para que la persona vuelva actuar.

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La castración química

“La utilización de medicación para inhibir la testosterona es una intervención que da resultados pero no por si solo”. Soler ha apuntado a la importancia de una terapia más intensiva y psicológica que acompañe a la castración química. Además ha aclarado que no se puede utilizar en todos los caso “sólo en los que el impulso sexual extremo es el factor predominante del peligro” y que el uso debe ser voluntario “sino no funcionan”.