El día más corto, la fiesta del cortometraje
El 21 de diciembre es el día más corto del año y los cortometrajistas lo celebran con un gran número de iniciativas por diferentes ciudades de España para acercar los cortos al gran público
Madrid
Existe una serie de ideas sobre los cortometrajes preconcebidas que no son del todo ciertas. Se dice que el corto es la lanzadera para escribir y dirigir largometrajes, que sus directores son jóvenes y empiezan por estos formatos, más baratos y fáciles de producir. Sin duda, es cierto. Muchos directores y directoras han empezado por cortometrajes y han conseguido dirigir largos, pero hay otros que consideran que este género no es el hermano pequeño de nadie.
El día más corto, la fieta del cortometraje
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"El corto todavía es marginal, tengo esperanza de que esto cambie porque creo que el espectador cada vez demanda productos más cortos", explica Lluis Quílez, director de cine que ha logrado que su corto Graffiti, rodado cerca de Chernóbil, esté preseleccionado a los Oscar. Para Lluis el corto no es algo pasajero, es un formato que le gusta y del que se siente orgulloso. "No son formatos incompatibles, cada formato tiene su historia", añade el director catalán.
Esa demanda de productos cortos se ejemplifica también en el éxito de las series de televisión, que además pueden verse en diferentes pantallas y plataformas, no solo en la sala de cine. La distribución ha sido otro de los grandes problemas para los cortometrajistas. Juanjo Jiménez es director de Timecode, el corto ganador en Cannes y también ha sido preseleccionado en estos premios de la Academia de Hollywood. "Es una lucha constante, porque la gente que sigue los cortos se tiene que ceñir al circuito de festivales".
Por eso cualquier iniciativa que cambie esta dinámica es bienvenida. Por ejemplo, El día más corto, una iniciativa que lleva años realizándose en nuestro país y que consiste en proyectar cortometrajes de manera gratuita en espacios tan diversos como cines, museos, colegios, etc. El objetivo es acercar estos relatos cortos al gran público que, generalmente, encuentra difícil acceder a ellos.
Dos de esos cortometrajes que pueden verse son Graffiti y Timecode. El primero es una historia de amor y soledad apocalíptica, que habla además de la comunicación en tiempos de redes sociales y de inmediatez. "Queríamos hacer una historia de amor pero queríamos que los personajes se comunicaran de manera original y que estuviera en línea con la manera de comunicarnos hoy en día", explica Lluis Quílez.
Timecode es una crítica al mundo laboral protagonizada por dos vigilantes de un aparcamiento, uno de los cuales trabaja de día y el otro de noche. "Es un reflejo del trabajo precario y la explotación en ciertos trabajos", desarrolla Juanjo Jiménez.
Hacer un corto no es tan fácil, nos dicen estos creadores. "La industria en España es débil y necesitamos de las ayudas públicas. Tener una industria sana y potente del corto implicará en unos años tener una industria sana del largo y del cine", dice Quílez. Para Jiménez, las ayudas son importantísimas, pero "hay quien aprovecha todo el tema de las subvenciones públicas a la cultura para darle la vuelta y vender una imagen de los cineastas como pagados. Y nada que ver con esto".
La repercusión de los cortometrajes fuera de España es casi mayor que los largometrajes. Nombres como Nacho Vigalondo, Borja Cobeaga o Javier Recio, han pasado por los Oscar con sus cortometrajes. Por eso, los dos cineastas insisten en que la implicación económica en este género es imprescindible.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...