A rastras, siempre a rastras

Acorralado por todos los lados del fuerte en el que se había parapetado, Pedro Antonio Sánchez tuvo que dimitir ayer como presidente de Murcia. Se reserva otras canonjías, tal que su acta de diputado, lo que le permite seguir como aforado y por lo tanto solo puede juzgarle el Tribunal Superior de Justicia de Murcia, por lo que se libra de tener que venir a declarar a la Audiencia Nacional. Se va, pero con las espaldas cubiertas.

Una vergüenza. Como la resistencia del PP y su máximo jefe, Mariano Rajoy, a tomar las medidas oportunas en el punto uno de la corrupción. Era antes cuando había que actuar, y no ahora, obligado por unos hechos tan tozudos como graves. No son conscientes, o son tan desahogados que no les importa un ardite, de la gravedad que comporta dar esa imagen tremenda de permisividad con los suyos, una conducta mafiosa que causa un daño gigantesco a la consideración de los políticos como tales y que es una de las mayores causas de desafección hacia la democracia.

No hay manera con el PP. Salen como hongos y nadie les echa fungicidas. Y hoy tenemos, además, otra gran noticia: los Presupuestos. Las becas suben un 0,3%. Está bien. Los empleos estrella de marzo han sido camarero y albañil. ¿Para qué necesitan estudiar los jóvenes en esta gran España del PP?