Fuego y chinchetas
Música

"Robe, ¡eres grande!"

Asistimos al primer concierto de la gira del líder de Extremoduro por teatros y auditorios de toda España

Robe Iniesta, en una foto de archivo. / ROBE.ES

Madrid

Extremoduro es un caso digno de estudio. Una banda de rock transgresivo que, sin apenas promoción ni cariño mediático, ha vendido más de tres millones de discos. Su líder, Robe Iniesta, se ha convertido en un artista de culto. Dueño de una voz que ha sonado hasta la saciedad en los walkmans, discmans, ipods y móviles de toda una generación, ahora firma discos con su nombre, se acompaña de violines, saxos u oboes y, en vez de polideportivos, llena teatros y auditorios.

Lo que no ha variado es la belleza de sus versos. A veces un poco escatológica, a veces violenta y provocadora, pero belleza al fin y al cabo. La rabia y la evasión estupefaciente de sus años en Extremoduro han evolucionado hacia versos de resignación apocalíptica y un amor algo más maduro. La nueva fórmula no le ha gustado a todo el mundo, pero sigue congregando a multitudes dispuestas a pagar más de 50 euros por ver y escuchar al Robe (o a comprar merchandising oficial de lo más variado: mecheros, libretas, pinchos USB, bodys para bebés, etc.).

La tienda de 'merchandising' de Robe. / C. G. CANO

Las entradas para los conciertos de Madrid, Barcelona y Mérida ya están agotadas, pero la gira Bienvenidos al temporal. Casi me corto el pelo arrancó el pasado viernes en el Auditorio Miguel Delibes de Valladolid con algunas butacas vacías.

A efectos de ambiente, apenas se notó. El concierto arrancó con el gemido incial de El cielo cambió de forma, Robe sentado en una silla, de espaldas al público, y mucho lujo a su alrededor: piano, violín, un espectacular juego de luces...

A continuación cayeron Hoy al mundo renuncio, Por ser un pervertido y Donde se rompen las olas, una canción que, según el artista extremeño, "no habla de hombres ni de mujeres, sino de amor y de sexo". El público respondió con júbilo y, en el típico silencio que separa el final de un aplauso y el primer acorde de la siguiente canción, alguien gritó muy fuerte: "¡Robe, eres grande!".

No fue el único piropo. A Robe Iniesta, de hecho, su público le grita y le saluda con la devoción propia de un paso de Semana Santa. En España son muy pocos los artistas a los que se trata así: Raphael, Sabina, Isabel Pantoja... y pocos más.

Pero Robe solo respondía con más canciones de sus dos discos en solitario: Lo que aletea en nuestras cabezas (2015) y Destrozares. Canciones para el final de los tiempos (2016). Temas que quizá carezcan de la fuerza de los grandes hits de Extremoduro, pero que sí son dignos sucesores. Querré lo prohibido, Ruptura leve o Nana cruel, con la que Robe dijo querer ofender al público porque, en estos tiempos en los que "un chiste puede ofender a la Iglesia, al Estado o a la madre que los parió, ¿de qué sirve un filósofo que no hiere los sentimientos de nadie?".

Luego cantó Destrozares y Guerrero, a mitad de camino entre la épica de un veterano de guerra y el romanticismo de un poeta maldito, y cerró la primera parte del concierto —que tuvo pausa, como los recitales de música clásica— con los violines de La canción más triste y también la brutal confesión de sus versos: "He llorado tanto, tanto, que he apagado hasta el infierno".

Tras la consumición pertinente, el públicó vibró con la primera parte de Extremaydura —uno de los temas más antiguos de Extremoduro—, que Robe decidió unir a Cartas desde Gaia. Dos canciones separadas por casi 30 años, pero con muchas cosas en común: en la primera denuncia que "tenemos el agua al cuello con tanto puto pantano" y en la segunda sueña que el mar "anega el mundo entero".

Robe ya se había puesto de pie y, aunque sobre el escenario seguía habiendo un violín, un piano electrónico o un saxo, el bajo y la guitarra reclamaban su cuota de protagonismo en temas como De manera urgente, Puta humanidadDel tiempo perdido, que por cierto es toda una declaración de principios: "Del tiempo perdido en causas perdidas / nunca, nunca me he arrepentido [...] Si lo olvido, recuérdamelo / que yo soy un poeta y mi vida, yepa, la escribo en hojas en blanco").

El músico de Plasencia reivindicó la necesidad de cantar Contra todos y reservó para el final las perlas de sus tres últimos trabajos: ... Y rozar contigo, Por encima del bien y del mal, y Si te vas. Con esta última canción, perteneciente al miniálbum de Extremoduro Material defectuoso (2011), el Auditorio Miguel Delibes se transformó en una enorme sala de karaoke. Pero Robe, que ya había avisado ("esto se está acabando, amiguitos"), no tenía el cuerpo como para ponerse a tocar bises de Iros todos a tomar por culo y cerró el recital con Un suspiro acompasado.

'Bienvenidos al temporal'. / ROBE.ES

Carlos G. Cano

Carlos G. Cano

Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...

 
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