El Jaro y la España de los 80

Madrid

José Joaquín Sánchez Frutos, conocido como El Jaro, era un joven delincuente de la España postfranquista. Vivió deprisa y encontró la muerte a los 16 años en Madrid, en la calle Toribio Pollán (hoy calle Veracruz). La vida de El Jaro se llevó al cine en la película Navajeros, protagonizada por José Luis Manzano, otro ídolo de los chavales de barrio (como El Pirri) que acabó sucumbiendo a la marginalidad. Esta postal sonora no está ni en una caja ni en un armario, sino en la guantera de un R12 destartalado que, de tantos puentes que le han hecho, ya ni arranca.

Hace dos semanas, hablando del boxeador Urtain en Hoy por hoy con Macarena Berlín, se abordó el asunto de las migraciones dentro de España durante la década de los 60 y los 70 (del medio rural al medio urbano). Aquellas personas se asentaron en las incipientes ciudades-dormitorio del extrarradio de lugares como Madrid o Barcelona en busca de una situación mejor mientras la vida se abría camino. Aquellas familias, por lo general, tenían unos recursos muy limitados. Si ya era complicado para los padres encontrar trabajo, el paro juvenil se disparaba. El desarraigo, la dejadez y el “tiempo libre” empujaron a muchos chavales a la delincuencia.

Esto es algo que podemos encontrar en las películas del llamado “cine quinqui” de los 80, como Navajeros o Perros callejeros. De hecho, personajes como El Vaquilla o El Jaro eran vistos como héroes de barrio. De algún modo, estos personajes eran fruto de la desigualdad social, sobre todo en los barrios marginales. Había que buscarse la vida, pero no todo el mundo pudo acceder a una educación.

Entonces, ¿la solución está en acercar la educación o en no repetir errores del pasado? Quizás está en poder equivocarse sin ser juzgado. La educación no es solo aprender lo que dice un libro, sino entender que hay personas que no han tenido las mismas oportunidades.