Biznaga y el punk con castañuelas
Su segundo disco, 'Sentido del espectáculo', les confirma como una de las referencias de la escena más guitarrera
Entrevista a Biznaga
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Madrid
Biznaga es un grupo madrileño con ADN malagueño. En concreto, el que aportan Álvaro García (voz y guitarra) y Jorge Navarro (bajo y coros). Su origen explica por qué en Jóvenes ocultos, después de casi dos minutos de guitarras punk, de pronto empiezan a sonar unas castañuelas. O por qué los acordes y el palmeo de Oficio de tinieblas recuerdan tanto a Cantores de Híspalis. "En el otro disco ya veníamos de influencias con guitarritas más españolas", cuentan.
Su segundo álbum, Sentido del espectáculo (Slovenly Recordings, 2017), incluye 11 trallazos de pop punk sucio y, a la vez, muy melódico. Canciones que confirman las buenas maneras que ya apuntaban en Centro dramático nacional (Holy cuervo / Gran Sol, 2014) y que pueden gustarle tanto a fans de Cala Vento, IDLES o Green Day como a amantes de lado más duro de León Benavente o a nostálgicos de la era hardcore del sello BCore (Aina, The Unfinished Simpathy, Standstill). Un trabajo que, sin duda, les confirma como referencia de la escena más guitarrera.
Sus letras, siempre oscuras y agresivas, desprenden hedonismo (Los cachorros) y crítica social (Mediacridad y confort) a partes iguales. Pero los berridos no están reñidos con la elevación de sus fuentes. La misma portada del disco, por ejemplo, es un collage construido sobre Le Musee Spitzner, del pintor belga Paul Delvaux.
En Nigredo parten de una de las tres fases de la alquimia ("cuando el metal se pudre para luego renacer") y extrapolan conceptos con fines casi sociológicos. En A tumba abierta se inspiran en la dromología, una teoría desarrollada por el urbanista Paul Virilio que analiza la relación entre la velocidad y los cambios sociales. Pero en los directos no hablan demasiado de ello: "Preferimos darle a la guitarrita", dicen.
Ante la sorprendente ausencia de su nombre en la mayoría de los grandes festivales veraniegos, explican que a ellos les gusta más tocar en salas y, de hecho, aseguran que disfrutaron más durante la gira por salas de México y Puerto Rico —donde el reguetón convive con una escena poblada garajera— que de su presencia en el mastodóntico festival South By Southwest (SXSW) de Austin: "Fue un caos, en el peor de los sentidos. Nos lo pasamos bien porque íbamos juntos, pero al final tocas en un bar de chupitos para tres guiris a los que tu música les importas una mierda".
Carlos G. Cano
Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...