El puñetazo del viejo Van Morrison
El músico de Belfast vuelve, un año después de su última entrega, con un disco de versiones de blues
Madrid
No había necesidad de otro disco de Van Morrison, más aún tras la fabulosa entrega del año pasado. El mundo no necesitaba otro disco de versiones de blues firmado por un veterano blanco, costumbre bien afincada entre los intérpretes británicos de su quinta. Roll with the punches (lidia con los golpes) es un disco prescindible en su génesis, pero no tanto en su esencia. No es un álbum que aporte un material fascinante, como sí hacía el Blue and lonesome de los Stones, pero la nueva entrega del músico de Belfast tiene la fuerza de su puesta en escena y una energía contagiosa y pulsión blusera.
El nuevo álbum de Morrison se compone de quince cortes, tres firmados por el cantante, que recorren su amor por el blues a través de composiciones de grandes maestros como Lightnin’ Hopkins, Bo Diddley o Little Walter, pero también de artistas menos próximos al género como Sam Cooke, aquí presente en la eterna Bring it on home to me, o Doc Pomus con el Lonely Avenue que inmortalizó Ray Charles.
Sofá Sonoro: Van Morrison, la genialidad del cantante gruñón
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Roll with the punches llega a las tiendas tras la enésima polémica de Morrison, esta vez por el uso indebido de la fotografía de portada, y rodeado de cierta decepción tras el golpe encima de la mesa que supuso Keep me singing, que en 2016 sorprendió a público y crítica, que lo señaló como uno de sus mejores trabajos en décadas.
La nueva entrega del veterano cantante le mantiene en las estanterías de las tiendas, lugar que parece no querer abandonar a tenor de la sucesión de estrenos y reediciones con las que nos obsequia cada año. Y se puede aceptar que no es un disco clave ni el mejor para acercarse a su obra, pero es un disco hermoso y luminoso, lo que no es poco en estos días tan dados a las tinieblas. Su personal homenaje al blues y a sus maestros se aleja del tono sombrío de las composiciones originales para abrazar una energía que conmueve. Quizá responda más a un nuevo capricho de Morrison, pero a estas alturas se ha ganado el derecho a hacerse este tipo de regalos.