La ministra de Igualdad, ausente cuando se habla de igualdad

Madrid

Las mujeres sabemos bien la distancia que hay entre la igualdad legal y la igualdad real. La Constitución reconoce en su artículo 14 que nadie puede ser discriminado en este país por razón de su sexo, tenemos una ley de igualdad y otra integral contra la violencia de género, y sin embargo el día a día de las mujeres en España, como en el resto del mundo, da testimonio de las enormes diferencias que sufren en el ejercicio práctico de sus derechos. Pero aun así, las leyes son el camino imprescindible para remover los techos de cristal o de cemento que todavía atan nuestro destino, nuestras carreras y nuestras vidas.

Ayer en el Congreso se confirmó que la Cámara va a tramitar la ley contra la brecha salarial que presenta Unidos Podemos. Todos los partidos anunciaron que votarán a favor, todos menos el PP. El PSOE tiene en marcha una ley similar y no se descarta que al final ambos textos confluyan. Nadie del Gobierno estaba en el banco azul cuando se discutía una ley que afecta a más de la mitad de la población española. Y el debate en el que se enzarzó la portavoz popular derivó en un lamentable “y tú más” que evitaba a los populares hablar sobre el fondo del asunto.

Y el fondo del asunto es la evidencia de que con complementos salariales, que sobre todo premian la disponibilidad absoluta de tiempo o sólo el esfuerzo físico, las jornadas a tiempo parcial, que generalmente asumen ellas para trabajar gratis el resto del día en casa y muchas otras realidades cotidianas directamente discriminatorias, la brecha en España está ahora mismo según el Instituto Nacional de Estadística en el 22% en España. Es decir, que las mujeres cobran en mano de media al año un 23% menos. Pero ni siquiera hay métodos de medición únicos y cada entidad u organismo ofrece cifras diferentes.

Enseguida vamos a contarles las medidas que contempla la ley que ahora tiene un largo recorrido parlamentario, ley que tiene la virtud de ponerle nombre a la realidad y diseñar políticas públicas para combatirla. Y que va a reflejar negro sobre blanco, cuál es la voluntad política real de combatir la desigualdad cuando toca al bolsillo de todos.