Una obligación de todos

Te he visto en la foto, Pepa, y eras una más entre los muchos millones de mujeres, da igual si fueron seis u ocho, una cifra extraordinaria, descomunal, para una convocatoria de huelga. Decíamos ayer, antes de las manifestaciones multitudinarias en todas las ciudades de España, que este 8 de marzo de 2018 se recordará, y visto lo visto, lo será por muchos años.Parece mentira que hayamos tardado tantos siglos de desarrollo, de avances científicos, de miles de millones de hombres y mujeres en paso por la Tierra durante millones y millones de años para que todavía hoy se clame por algo tan obvio, tan simple, tan sencillo y evidente como la igualdad de género. ¿Cómo es posible?

Ojalá el día de ayer nos traiga ese impulso que necesita la sociedad para lograr que las cosas cambien. Claro que todo avance debe arrancar desde el ámbito más íntimo, el familiar, y desde la infancia, a través de la educación. Pero al tiempo, no es de recibo que las instituciones públicas incumplan sus obligaciones de vigilancia sobre esa negada igualdad. Cierto que la apuesta por las cuotas es muy polémica, y a muchos les sonará anticuada, pero si quienes tienen la sartén por el mango no ceden ante el sentido común, a lo mejor hay que arrancarles la sartén y obligarles, por ley, a implantar el equilibrio inexcusable.