Valle de los Caídos, valle de la vergüenza

A partir de las nueve y media, se va a abrir la mayor fosa común del franquismo, el Valle de los Caídos. Y se hará por primera vez con una sentencia judicial en la mano y públicamente. 42 años después de la muerte del dictador, tres familias han conseguido en los tribunales lo que la política les ha negado: intentar recuperar los cuerpos de sus familiares enterrados allí sin su consentimiento y darles la sepultura digna que cada familia estime oportuna. Inició una larga batalla legal de seis años la familia Lapeña, aragoneses, que reclama a dos hermanos republicanos asesinados por falangistas. Y hace un año se sumaron a la causa otras dos familias, esta vez de fallecidos del bando franquista, que reclaman lo mismo. Por el camino ha habido que superar incluso la resistencia de Prior del monumento, que tuvo que ser desautorizado por la Conferencia Episcopal.

Hoy por fin entrarán técnicos para comprobar en primer lugar si la exhumación es posible y en qué condiciones.

España se merece, desde luego, mirar adelante, pero sólo podrá hacerlo con verdad y justicia, sin muertos en las cunetas o en el monumento donde todavía hoy yace el dictador. Parece increíble que tengamos que estar diciendo esto cuando estamos a punto de cumplir 40 años de la aprobación de la Constitución del 78. Pero es que hace solo unos meses, el PP se opuso en el Congreso de los Diputados a exhumar los restos de Franco del Valle de los Caídos y convertir ese monumento en un Centro Nacional de la Memoria. Argumenta el partido en el gobierno que este es un asunto que hay que abordar con consenso. ¿ Consenso? Pero, ¿quién no está en el consenso de que Franco fue un dictador y que el monumento que hizo a su mayor gloria con los trabajos forzados de presos políticos no puede ser la tumba anónima de miles de españoles reclamados por sus familias?