Según ha conocido la Cadena SER, el Ejecutivo se muestra sorprendido por las palabras del Pontífice, aunque esperará para hacer balance de la visita del Pontífice. Benedicto XVI ha manifestado en el avión que le llevaba a Santiago que «España vivía una laicidad, un anticlericalismo y un secularismo como el de los años 30». Por su parte, el PP dice que está de acuerdo con estas palabras, porque, aunque ahora no se quemen iglesias, Zapatero emplea un laicismo agresivo. La inusitada dureza del mensaje del Papa comparando la situación actual en España con el anticlericalismo agresivo de los años de la Segunda República ha marcado la primera etapa del viaje de Benedicto XVI que mañana domingo proseguirá en Barcelona. En una calculada estrategia de la diplomacia vaticana, el Papa eligió el vuelo que le traía a España para, ante un grupo de periodistas, lanzar una severa advertencia al Gobierno socialista de José Luis Rodriguez Zapatero. Y es que, sin citarlo expresamente, el Papa mostró su preocupación por el laicismo radical que se vive en España y comparó el actual choque entre fe y laicismo con el «anticlericalismo agresivo» de los años 30, previos a la Guerra Civil. Con estas palabras el Vaticano se aseguraba la difusión de una seria advertencia al Gobierno socialista por la deriva laicista en España pero, al mismo tiempo, evitaba referencias concretas a la situación española durante sus intervenciones ya en suelo gallego, y en presencia de los Príncipes de Asturias y el vicepresidente Rubalcaba, que fueron los encargados de recibirle a su llegada al aeropuerto de Lavacolla, en Santiago de Compostela. Tras visitar la Catedral y cumplir con todo el ritual del peregrino, Benedicto XVI reservó para su acto central en la ciudad gallega, la Misa oficiada en la Plaza del Obradoiro, un mensaje de reivindicación de las raíces cristianas de Europa y la petición expresa de que Dios y la religión no sean relegados a la mera esfera pública. «Es necesario que Dios vuelva a resonar gozosamente bajo los cielos de Europa», ha dicho Benedicto XVI ante las 6.000 personas que ocupaban la Plaza del Obradoiro para una ceremonia que, además de los Principes de Asturias, ha contado con la presencia del ministro de Fomento, José Blanco, en representación del Gobierno, y del líder del PP, Mariano Rajoy con quien el Pontífice ha mantenido un breve encuentro en la sacristía montada en la Plaza, tras la Misa y justo antes de partir para el aeropuerto, rumbo a Barcelona Niebla, filloas y «Pedro Ximénez» para una visita menos multitudinaria de lo previsto Las ocho horas de Benedicto XVI en Santiago de Compostela han transcurrido sin incidentes, pese a la intensa niebla que hizo temer un posible retraso en el aterrizaje del avión del Pontífice en el aeropuerto de Lavacolla, y pese a la amenaza de lluvia que finalmente respetó la visita papal. Lo que sí resultó algo deslucido fue el recorrido de once kilómetros que realizó Benedicto XVI a bordo del Papamóvil desde el aeropuerto hasta la catedral de Santiago, y en el que, por tramos, había más policías que fieles. Algunos de esos peregrinos se quedaron con las ganas de ver durante más tiempo al Papa pese a las horas de espera, ya que, aunque el Papamóvil circuló a una velocidad de entre 20 y 30 kilómetros por hora, no se detuvo en ningún momento para decepción de los asistentes, distribuidos por los distintos tramos en función de los autobuses fletados desde diferentes parroquias gallegas y otros puntos del país. La que sí estuvo abarrotada desde primera hora fue la Plaza del Obradoiro donde se llenaron las 6.000 sillas montadas en el recinto para la Misa oficiada por la tarde. Animados por algunos «speakers» megáfono en mano, los asistentes jalearon al Papa a su llegada a la Plaza al grito de «Viva el Papa» o «Benedicto, Benedicto», mientras hacían ondear enseñas con los colores del Vaticano así como banderas españolas y gallegas. Múltiples han sido las referencias gallegas y compostelanas en este viaje de Benedicto XVI donde el Papa y su séquito han degustado un menú donde se han servido quesos gallegos, jamón, empanada de bacalao con pasas, crema de grelos, jarrete de ternera y postres típicos variados, entre ellos las tradicionales filloas, además de tarta de almendra y leche frita. Eso sí, fuentes del Arzobispado han matizado que el Pontífice comió de todo pero «en pocas cantidades». El Papa no bebe vino pero, según el organizador de la visita Salvador Domato, sí «mojó los labios» con una copita de Pedro Ximénez. «Cansado pero feliz», Benedicto XVI abandonó Santiago a las 19:50 de la tarde tras ocho horas en la ciudad gallega donde cumplió con todo el ritual del peregrino, incluido el abrazo al Apóstol y la contemplación del espectacular vuelo del Botafumeiro en el interior de la Catedral.