Una naranja que sale en camisetas de modernos

Dieciocho euros. Ese es el precio de una camiseta - color butano o azul eléctrico - con la imagen de 'Naranjito'. Las venden en tiendas "retro", "revival" o "poppies", y venden bastantes, como asegura una dependienta de una de estas tiendas del centro de Madrid: "Cada semana pueden salir en torno a 10 camisetas, además de las tazas, chapas, llaveros, posavasos... el merchandising de 'Naranjito' funciona muy bien".

No es que todos estos productos estuvieran olvidados desde el año 1982 en almacenes oscuros de polígonos industriales. No. Se fabrican desde comienzos del presente siglo y, cuando surgió la oferta, se comprobó que había demanda: "Varones, de 25 años en adelante, que se emocionan al ver estos artículos", perfila la dependienta.

José María Martín Pacheco fue el que tuvo la idea de 'Naranjito': "Paseaba por Sevilla. Vi los naranjos y me dije que era lo que serviría para ser la mascota. Que transmitía la calidez, lo dulce y lo mediterráneo de nuestro país". Cuando se le pregunta por el éxito de 'Naranjito' casi 30 años después del Mundial, asegura: "A mi todo esto me llena de orgullo. Nunca esperé que 'Naranjito' fuera a durar tanto, a perdurar en la memoria. Me llena de orgullo".

En aquellos años a 'Naranjito' se le llamó "engendro" o "infiltrado enano franquista", pero rápido Martín Pacheco, el publicista que colocó a una fruta como mascota de un mundial, dice que eso son "chorradas". Lo normal eran niños sonrientes o animales envalentonados: "Un animal es lo que debería ser la mascota del futurible mundial ibérico. Uno que aunara a los dos países", sugiere.

Tal vez de esa nueva mascota se compre una camiseta Martín Pacheco. El creador de Naranjito no se quedó con ningún producto con la figura de 'Naranjito': "Sólo tengo una camiseta. Y me la regalaron hace tres años", recuerda riendo. A Martín Pacheco y su dibujante les pagaron un millón de pesetas (6.000 euros) por la idea. La Federación Española de Fútbol vendió los derechos de explotación de la mascota por 1.400 millones de pesetas (8.410.000 euros) a una empresa británica.