La revuelta negra de Ferguson (Misuri)

Las revueltas en esta pequeña localidad cerca de San Luis, en el estado de Misuri, comenzaron el pasado domingo, hace una semana, tras una vigilia por la muerte de Michel Brown, que había muerto el día anterior -el sábado- a manos de un policía. Las versiones sobre la muerte del joven eran contradictorias dependiendo de que vinieran de la policía o de los testigos.

La policía dice en, una primera declaración, que el chico de 18 años preuniversitario, iba desarmado, pero se enfrentó al agente intentando quitarle la pistola. El acompañante de Brown, que iba con él en ese momento y varios testigos presenciales, dicen que el chaval había levantado los brazos cuando el agente comenzó a dispararle sin que hubiera mediado provocación alguna.

Las dos versiones, desataron una semana de protestas donde la policía se ha empleado a fondo, como en sus mejores tiempos. Las imágenes de televisión que fueron mostradas a lo largo y ancho del país, mostraban cargas policiales contra los manifestantes de color con gases lacrimógenos, pelotas de goma y todo un despliegue de antidisturbios vestidos con uniformes de camuflaje militar.

Cuanto más contundentes eran las cargas policiales, más se expandían las protestas. Los manifestantes solicitaban que se les facilitara la identidad del policía que había matado a Brown, y un relato detallado de los hechos.

Una semana para dar una versión poco creíble

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Las fuerzas del orden tardaron una semana en dar los datos del agente, pero lo hizo al tiempo que facilitaba a algunos medios un vídeo del joven abatido como supuesto sospechoso del robo en una tienda de cigarrillos cerca del lugar donde se produjo el deceso. Ese vídeo, desconocido hasta entonces, volvió a encender la mecha, con declaraciones de la familia y la comunidad. Pero la policía volvió a provocar confusión y malestar al dar dos versiones diferentes. En dos ruedas de prensa que tuvieron lugar el mismo día, la policía ofreció dos versiones bien diferentes. En la primera se dijo que el agente que le disparó buscaba al joven por un presunto robo. En la segunda, sin embargo, distanciaba ambos momentos, y en un nuevo enfoque aseguraba - para contener a los manifestantes que en este punto ya saqueaban tiendas y destruían lo que encontraban a su paso- que estaban dispuestos a destituir al policía local que disparó a Brown, y lo condenaba por su dura actuación en las protestas y a la falta de transparencia sobre el suceso.

Ocho días después, los ánimos siguen soliviantados y Ferguson se parece cada día más a un estado de sitio que a una pacífica población sureña de Estados Unidos, mientras que en el resto del país se ha exacerbado el debate sobre el racismo de ciertas instituciones policiales con la población negra.