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CRÍTICA

'Bajo Sospecha': la decepción de lo simplemente decente

Antena 3 estrena en el FesTVal su gran apuesta para el otoño, la serie 'Bajo Sospecha' con Yon González y Blanca Romero

'Bajo sospecha', nueva serie de Antena 3 con Yon González, Lluis Homar y Blanca Romero(ATRESMEDIA)

Vaya por delante que el capítulo estrenado de 'Bajo Sospecha' -nueva serie de Antena 3 producida por Bambú- en la sexta edición del FesTVal (Festival de Televisión de Vitoria) no será el que dentro de unas semanas se pueda ver en todos los hogares. Habrá modificaciones. Las necesita pese al aplauso cerrado del público vitoriano que disfrutó de esta primera toma de contacto con la serie. Sin las modificaciones, este piloto de 'Bajo Sospecha' también arrasará en su estreno, pero la firma que hay estampada en sus guiones exige algo más que una serie decente. De momento, 'Bajo Sospecha' no es más que un plato bien cocinado, bien presentado... pero sin sabor y tanto público como crítica han convertido en costumbre el chuparse los dedos cuando en cocina se ponen el delantal Ramón Campos, Gema R. Neira y el resto de creadores de Bambú Producciones. Los diez primeros minutos de la segunda temporada de 'Velvet' que se emitieron inmediatamente antes, es una buena muestra de esto.

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Simplemente está bien dirigida. Simplemente las interpretaciones son -más o menos- correctas. Simplemente el guion es aceptable. Después de visionar su primer episodio, de 'Bajo Sospecha' se puede decir que es una serie decente. Simplemente decente. Y en este caso particular resulta decepcionante.

La premisa de partida es muy fuerte, directa a la emoción de ese público generalista, mayoritariamente adulto y femenino, al que tanto se persigue en el prime time español: ¿qué harías si tu hija desaparece, raptada, el día de su comunión y el culpable está en tu familia? Suficiente para provocar el abatimiento de la persona con más entereza. Suficiente para demoler corazones de hormigón. Y, sin embargo, en este primer montaje de 70 minutos de 'Bajo Sospecha' no hay emoción, no hay sobrecogimiento, no se produce ningún tipo de empatía entre el espectador con el arranque de la historia.

Este primer episodio de la serie es llevadero, no aburre y capta perfectamente la atención de la audiencia. Es más, la célebre interpretación que Yon González hace de su personaje (uno de los policías que se infiltran en el pequeño pueblo donde ha ocurrido la desaparición de la niña), gana desde su primera aparición en escena al espectador. Pero no hay ningún atisbo visible de brillantez en 'Bajo Sospecha'. Se intuye, pero de momento no se ve.

Se intuye que la pareja policial que forman Yon González y Blanca Romero -protagonistas de esta ficción- es un monumento de guion. Pero si bien Yon González nos fabrica un agente versado en misiones de infiltración, amante de la acción, bastante anárquico, y que hace de la improvisación su modus operandi en el trabajo y en la vida; en el caso de Blanca Romero el espectador topa contra un muro. Planteado, su personaje es el contrapunto genial al de Yon: una inspectora con una formación académica espectacular, metódica, perfeccionista, católica y de convicciones muy férreas. Llevado a la práctica por esta actriz es un personaje sin vida, monótono y con una falta de expresión que rompe los buenos trazos de guion que dibujan a su personaje.

Si desde la productora recordaban en la presentación de esta serie otra ficción suya, 'Desaparecida', por tener una temática muy similar, más les hubiera valido haber revisado de nuevo el soberbio trabajo actoral que llevaron a cabo en ella Luisa Martín y Carlos Hipólito como padres de la niña desaparecida.

No es que Alicia Borrachero no convenza en 'Bajo Sospecha' en ese rol de madre sufridora -que lo convence y mucho-, sino que sencillamente la pareja que forma con Pedro Alonso (padre de la criatura) no cuaja porque la de Alonso es otra de las pocas interpretaciones de 'Bajo Sospecha' que resulta poco creíbles. En líneas generales, el reparto es de lo mejor de la serie.

¿Y cómo es la serie? Es muy complicado no acordarse de 'Gran Reserva'. Una familia donde todos tienen algo que esconder y donde todos tienen una motivación o un interés distinto para dar cada paso que planean dar. A partir de esta premisa, no hay sangre que valga ni familia que proteger: se abre la veda. Por ello, el mayor defecto de 'Bajo sospecha' es que es una serie tramposa. Ya en el primer episodio hacen al espectador sospechar de todos los personajes con trucos de guion y dirección absolutamente impropios de la productora que está detrás de la serie. Actores poniendo miradas siniestras, rostros suspicaces, llamadas telefónicas misteriosas, personajes que mienten a la policía y luego lo comentan con su cómplice... ¡Y todo esto dentro de la misma familia! Solo falta en 'Bajo Sospecha' que aparezca Vicente Cortázar con una botella de vino bajo el brazo y ya tendremos listo este sucedáneo de 'Gran Reserva' con aspiraciones de thriller.

La serie puede y debe mejorar en episodios posteriores. Debe de jugar más con lo que el espectador no ve y dejarse de intentar conducirlo por sendas de misterio enlatado. Si en 'Velvet' no necesitamos que Alberto le diga a Ana cuánto la quiere y la querrá toda la vida, en 'Bajo Sospecha' no es necesario que el padre de la niña descuelgue el teléfono en el baño y cierre la puerta mientras pone la peor de las miradas y dice algo así como "ahora no puedo hablar". Eso no es buscar al público generalista, es tratarlo de estúpido; algo , por cierto, que no suele ser habitual en Bambú. De ahí que el de 'Bajo Sospecha' sea uno de los peores capítulos iniciales de sus últimas series estrenadas.

Con todo, si algo tiene esta productora es que incluso cuando el producto no es absolutamente perfecto, sí que consigue que sea lo suficientemente bueno. La factura de 'Bajo Sospecha' -salvo la fotografía- roza el nivel (medio) cinematográfico. La serie tiene ritmo, aunque no termina de encontrar la velocidad correcta, con un arranque muy dinámico y un intermedio muy tedioso. Problema que seguro se solucionará en los posteriores montajes que sufrirá este capítulo. Otros fallos (como el hecho de que se encuentre la diadema de la niña en un bosque a las dos horas de desaparecer y justo lleven allí los padres a ver cómo la recogen sólo para que el espectador crea que lo que se ha encontrado es el cuerpo de la cría) son más complicados de solucionar y deslucen, como ciertas interpretaciones, un decente plato, correctamente elaborado, pero de insulso.

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