The Wildborns: la contundencia del rock y los torreznos de Soria

Madrid

Dicen que el rock and roll es una actitud y un estilo de vida y ese el lema de The Wildborns. Su música no pasa de moda y por eso se les ha visto en acción en escenarios como el del Sonorama, Ebrovisión o el del festival Enclave de Agua, en su tierra, en Soria. Quizá sea cosa del frío pero su música es potente y sus comidas, también. Los once filetes de lomo que se comió Pablo, el guitarrista, antes de un concierto, lo certifican.

Últimamente, quedan a menudo a cenar en sus casas y lo bueno es que después de comer sacan la guitarra y siempre salen nuevas melodías. Casi podríamos decir que la comida les inspira. Les gusta cocinar y les gusta ir a recoger setas, sobre todo a Diego, el batería, que es todo un experto: “Los boletus y los níscalos se cogen en pinar, por eso la comarca de Pinares es perfecta. En cambio, las setas de cardo se cogen en campo abierto”, recuerda. (Escucha El Brindis, en Play Gastro, a partir del minuto 35:35):

En Soria, junto a las setas, los protagonistas son los torreznos. Es raro encontrar un bar donde no haya. Pablo recomienda La Casa del Guarda, en el monte de Valonsadero, donde los sorianos celebran muchas de sus fiestas como San Juan. La morcilla de Soria –que, a diferencia de la de Burgos, es dulce y tiene arroz y pasas- o platos más contundentes como migas pastoriles y ajoarriero, también son básicos si se pasa por la provincia donde nace el río Duero.

The Wildborns tiene sus puntos de encuentro en Soria capital: “Por la tarde solemos quedar en La Hormiga y ya por la noche vamos al Bar Queru o a El Boulevard, que tienen muy buena música y los dueños son muy majetes”, explica Miguel, el cantante. El grupo se formó en 2008 así que ya coleccionan unas cuantas anécdotas relacionadas con la gastronomía. Recuerdan cuando tocaron en un remolque en Fuentetoba: “Era bastante precario pero luego compensó con la cena en La Cantina del Tobero”, cuenta Pablo. Cuando salen de gira, suelen proveerse de buenos bocatas pero hay alguno que acaba comiendo más que otro: “En el viaje, no sé qué pasa que siempre desaparece algún bocadillo y alguno se queda sin cenar y alguno cena por duplicado”. Lo que todos comen siempre es de los roscones del tío de Miguel. Con ese tamaño, como para quedarse con hambre:

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