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Andalucía, Grecia y el laberinto del PSOE

Los socialistas, que rechazan paralelismos con el PASOK, confían en que Andalucía sea un revulsivo conscientes de que PP y Podemos se atacan ya mutuamente intentando relegarles

El lídel del PSOE, Pedro Sánchez, durante el último pleno del Congreso. EFE/JuanJo Martin / JuanJo Martin (EFE)

Madrid

“Ni Grecia es España ni el PASOK es el PSOE”, repiten los dirigentes del PSOE cada vez que se les pregunta por Grecia. La frase la sostenían este domingo varios miembros de la ejecutiva mientras avanzaba el escrutinio y se confirmaba la victoria de Syriza y el hundimiento del PASOK. La versión de Ferraz es que no hay paralelismos entre dos sociedades que, aunque con semejanzas, han padecido la crisis y los recortes en diferente magnitud, pero algunas voces alertan de que la bandera del cambio, que es la que ha ganado en Grecia, aquí la lleva Podemos. Los de Pablo Iglesias dirigen sus ataques al PP y el PP, a Pablo Iglesias, en una dialéctica que relega al PSOE a un papel secundario. En ese escenario, sacudido además por otra refriega interna, los socialistas creen que el adelanto ya confirmado en Andalucía puede servir de revulsivo en un año crucial. Lo que pase después, está por ver.

La primera gran incógnita que se abre ahora es qué impacto tendrá para los griegos la victoria de Syriza, porque pueden venir los efectos que pronostican los más pesimistas o “que se demuestre que las cosas se pueden cambiar”, según reconoce un estratega socialista. Si ocurre así, Podemos podría verse beneficiado en detrimento del PSOE. “No lo creo, los votantes españoles no tienen que ver con los griegos. Son dos realidades distintas”, rebate un miembro de la dirección federal. “El PASOK –insisten– no tiene que ver con el PSOE, que propone en España políticas alternativas a la derecha”.

En Grecia, precisamente, se ha ido a apoyar Pablo Iglesias para identificarse como el equivalente de Syriza en España. Lo hace mientras se presenta como la alternativa al Gobierno del PP, en el que centra sus ataques. “Pedro Sánchez tendrá que elegir entre hacerme presidente a mí o a Rajoy”, llegó a afirmar. La convención de los populares de este fin de semana ha servido para que les devuelvan los golpes (y la relevancia mediática) y, así, se instala un debate entre PP y Podemos que pretende ignorar al PSOE. “Nosotros deberíamos aparecer en el escenario llevando la iniciativa con propuestas propias sobre las que tengan que pronunciarse los demás”, propone un responsable de la dirección.

“PP y Podemos luchan por ocupar la centralidad y Podemos, concretamente, trata de ocupar el espacio tradicional del PSOE”, interpreta un dirigente de Ferraz que cita la palabra en la que los socialistas centran sus esfuerzos: centralidad. Está en los argumentarios, en los discursos, en sus reuniones a puerta cerrada y en las estrategias para las próximas campañas. El PSOE busca presentarse como “el cambio seguro”, “un partido de izquierda que atrae al centro” como le gusta decir a su secretario general, y confía en que se instale la imagen de partido moderado. En la última reunión de diputados y senadores, Pedro Sánchez les alentó a dar “la batalla del relato” pero las encuestas dicen que la idea, de momento, no cala.

La misma noche en la que Europa entera miraba a Grecia, la presidenta andaluza cerraba una semana de comentarios con la confirmación de que, en efecto, adelantará las elecciones andaluzas y convocará a las urnas el 22 de marzo. Un aldabonazo. En un curso con múltiples convocatorias, los primeros comicios serán en la comunidad más poblada de España y gran feudo socialista. Territorio que, de acuerdo con los sondeos, tiene más recelos con Podemos. “Irá bien a todo el partido”, señala uno de los candidatos socialistas que tiene elecciones en mayo. “Es la esperanza”, apunta otro, “que podrá demostrar que el PSOE es un partido fuerte capaz de frenar a Podemos y esa dialéctica con el PP. Un partido de gobierno, en resumen”. Dan por hecho pues en el partido que Susana Díaz ganará esas elecciones y lo hará de manera clara, cosa que sólo se conocerá durante el escrutinio.

El adelanto andaluz cambia en todo caso la forma en la que los socialistas afrontan este año electoral. Por el impacto que tendrá en las demás elecciones pero también por las consecuencias que deriven sobre la agitada vida interna del partido, que acaba de reabrir el debate sobre el liderazgo de Pedro Sánchez. La presidenta andaluza aprovechó también el fin de semana para intentar frenar ese runrún: “El único tren que pienso coger es el de Andalucía”, dijo, aunque en el PSOE circulan todo tipo de teorías. Especulaciones, más bien. Lo que nadie discute es que en al año que le espera al partido no sólo tendrán que ver los resultados electoral sino –asociados a ellos– su grado de convulsión interna.

 
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