Parálisis en el PP y en el Gobierno
“A medio gas”. Así es como están en el Ejecutivo, a la espera de que se cierre algún pacto o se convoquen nuevas elecciones. También en el Partido Popular, donde nadie mueve ficha hasta conocer el futuro de Rajoy
Madrid
La noche del 20 de diciembre, en la séptima planta de Génova, hubo demasiadas caras largas. El resultado no podía ser más complicado para sus intereses. Si el PP hubiese obtenido tan sólo unos escaños más, si Ciudadanos no se hubiese desinflado, si contaran con ellos para cerrar un pacto… Demasiadas condiciones que no llegaron a producirse y que les hicieron echarse a temblar pensando en lo que se les venía encima.
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Los que rodean a Rajoy dicen que él está bien. Aunque su rictus denote lo contrario. Sus colaboradores aseguran que no está “desesperado” por formar Gobierno pero sí “preocupado lógicamente” por la situación de España. Y, ante los nervios que se desatan en sus filas, recuerdan que su jefe maneja los tiempos como siempre. “¿Quién dijo que no tomar ninguna decisión, no es una decisión? Ese es su estilo”, señala un diputado del PP. Los conservadores no saben aún si van a seguir en la Moncloa. Es su principal problema pero no el único. Arrastran varios más y, en concreto, otros dos que consumen a sus cargos: por un lado, la parálisis del Gobierno y, por otro, la del partido.
En el Ejecutivo defienden que “el Gobierno en funciones, funciona”. De hecho, se siguen reuniendo los Consejos de Ministros y continúan saliendo temas adelante. Pero la maquinaria, claro, no va a pleno rendimiento. El volumen de trabajo ha descendido. A la espera de las negociaciones entre partidos, no hay reformas nuevas importantes. Es difícil que salgan leyes aprobadas del Parlamento. No hay viajes internacionales del presidente. Algunos departamentos no saben cómo actuar. Desconocen si seguirán al frente o cuánto tiempo va a durar esto, porque puede ser para unos meses o alargarse si finalmente se convocan nuevas elecciones.
Con los Presupuestos ya hechos, algunos sólo van peinando flecos. Reconocen que no se puede avanzar más sin que se resuelva el panorama político. Por ejemplo, no se puede convocar el Consejo de Política Fiscal y Financiera porque no se puede activar la reforma del sistema de financiación autonómica. Y así ocurre con otras muchas cuestiones. Cuentan que están resolviendo el día a día. “Sobre todo es gestión ordinaria. Estamos a medio gas. Tenemos capacidades limitadas”, señala un secretario de Estado.
Ante Cataluña
Pero en la Moncloa rechazan que la actividad se haya detenido mirando, sobre todo, hacia Cataluña. No quieren que nadie piense que los independentistas pueden aprovecharse de la situación. Al contrario, avisan de que ante “cualquier urgencia o peligro para el interés general”, se puede actuar.
A pesar de todo, Rajoy ha pedido ya en varias ocasiones un pacto con PSOE y Ciudadanos, apelando a “la estabilidad”. No quiere que a medida que pase el tiempo se traslade la imagen de un país que vive en un paréntesis. Sobre todo de puertas afuera, por Bruselas y los mercados.
También en el PP se vive en una situación similar. Rajoy sigue relativamente en “modo campaña”, viajando los fines de semana por España, ante la posibilidad de que al final haya que convocar de nuevo elecciones. Pero, el partido está en “stand by”, sin mover ficha hasta ver qué ocurre. “En la Junta Directiva de hace unos días, Rajoy anunció que no tenía previsto convocar el Congreso Nacional hasta comprobar cómo se despejaba la situación. Menos aún los regionales y provinciales que se celebrarán después.
El líder conservador dijo que entonces trataría de que todos fueran juntos, “en el período de tiempo más corto posible” para retomar cuanto antes la vida de la formación conservadora. “Creo que es lo más razonable, lo más ordenado y lo menos arriesgado”, resaltó ante los suyos. Un mensaje que caló y del que se hizo una única lectura porque ahora todos están pendientes de ver cómo se desarrollan de los acontecimientos, conscientes de que de ello depende el futuro de Rajoy.
El pasado 21 de diciembre, un día justo después de las generales, José María Aznar fue al Comité Ejecutivo Nacional de su partido. No lo pisaba desde hacía cuatro años pero consideró que era importante reclamar ese cónclave que se lleva retrasando mucho tiempo. El expresidente exigió unas primarias para elegir a la dirección. Rajoy aseguró de inmediato que él se presentaría a la reelección pero en sus filas todos entendieron que era una forma de aplacar el debate interno. Lo cierto es que la situación está enquistada porque no se puede hablar de renovación sin saber si él sigue al frente.
En el PP se quejan de que durante estos cuatro años ha “abandonado al partido, al estar muy centrado en la difícil gestión de Gobierno”. Pero ese “déficit de atención”, como algunos lo llaman, les está pasando ahora factura. Los barones autonómicos han desaparecido. Los nuevos líderes no tienen aún peso.
En el partido dicen que hay cantera pero que en estos años no se ha jugado con ella lo suficiente y que, además, se reaccionó “muy tarde” a la petición de cambios. Algunos piensan que las personas que componen Ciudadanos deberían haber estado integradas en el PP, que es un hueco que se dejó libre y que ellos son la regeneración que dejó pasar Rajoy.